Como en ninguno de sus viajes anteriores, en México el papa Francisco tendrá oportunidad de abordar cada uno de los problemas sociales que denuncia sin titubeos desde que llegó al trono de Pedro en 2013: tráfico de personas, comercio ilegal de armas, narcotráfico, pobreza, discriminación, desigualdad social y destrucción del medio ambiente.
La llegada del Papa Francisco provocará euforia en todo México. Sin duda podrá fortalecer los temas centrales de su papado pero, como el primer papa latinoamericano, enfrenta las expectativas del público, que espera que su visita provoque algún cambio.
El itinerario de Francisco supone un riesgo, pues subraya en cada parada algunos de los retos y fracasos más obvios del Estado: la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la violencia. El papa incluso podría combinar todos esos temas si decide reunirse con las familias de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuya desaparición se ha convertido en el símbolo de la incompetencia del gobierno y su complicidad con los grupos criminales. “El México de la violencia, el México de la corrupción, el México del tráfico de drogas, el México de los carteles, no es el México que quiere nuestra madre”, dijo Francisco la semana pasada, en referencia a la Virgen María. “Y por supuesto que yo no quiero tapar nada de eso”.
Y es que en este momento comienza un periodo definitorio en su papado. Se espera que en marzo exprese su esperada opinión sobre temas de familia, después de que se especulara que podría suavizar el acercamiento de la Iglesia a asuntos como la homosexualidad y si los católicos divorciados y los que han vuelto a casarse pueden recibir la comunión. Después Francisco podría revelar su plan para reformar la curia romana, la estructura burocrática del Vaticano.
El itinerario del papa cubre muchas de las divisiones sociales y geográficas que definen a México. Visitará la región más pobre del país, Chiapas, para enfatizar los problemas de las comunidades indígenas y su lugar en la Iglesia. En Ciudad Juárez, al otro lado de río Grande desde El Paso, Texas, expresará su solidaridad con los migrantes y criticará implícitamente las políticas migratorias estadounidenses. Francisco visitará barrios y el estado de Michoacán, sacudido por la violencia, donde es muy probable que extienda su crítica a la pobreza, la corrupción y los carteles de la droga.
Actualmente, cerca del 84 % de los mexicanos se identifican como católicos. El Estado mexicano fue apasionadamente secular durante la mayor parte del siglo pasado, con una lista de estatutos anticlericales, incluyendo las prohibiciones en contra de la apropiación de tierras por parte de la Iglesia. La mayoría de esos estatutos se han revocado desde entonces, y el Papa Juan Pablo II desempeñó un papel crítico en el establecimiento de relaciones más cercanas con el gobierno. Su estatua ahora está al lado de la Catedral Metropolitana en la Ciudad de México. Pero los historiadores dicen que apenas recientemente la Iglesia mexicana ha buscado involucrarse abiertamente con los problemas de la sociedad, y lo hacen con la bendición del gobierno.