La reapertura del diálogo entre Ejecutivo y Legislativo marca lo que parece ser la reconciliación de una relación rota. En marzo pasado, el Gobierno rompió con la Asamblea después del archivo de la Ley de Inversiones.
El presidente Guillermo Lasso aseguró que gobernaría sin considerar la existencia del Legislativo. Ahora, las tensiones han bajado.
Ambas funciones trabajan justamente en una nueva Ley de Inversiones, que sí logre ser aprobada en el Pleno de la Asamblea. Pero aun así, la situación es compleja porque el Gobierno tiene una bancada pequeña y una mayoría opositora que suma más de 70 votos.
Aún así, y ante las aparentes grietas abiertas en la mayoría opositora por sus diferencias ideológicas, el oficialismo cree que volverán las mayorías móviles. Juan Fernando Flores, coordinador de la Bancada del Acuerdo Nacional (BAN), que agrupa a Creo y minorías, dialogó sobre las expectativas que tiene el oficialismo sobre este diálogo y la agenda legislativa pendiente para los tres años que faltan de Gobierno.
Hace unos meses el presidente Lasso decía que iba a gobernar sin la Asamblea. ¿Qué les hizo cambiar de opinión?
En la política siempre hay disensos. Pero hemos escuchado estos meses a los ecuatorianos, a las críticas que hemos tenido y en función de eso estamos prestos a corregir. Así que como parte de ese proceso resolvimos cambiar la estrategia, reconstruir puentes, y entender que aquí debe primar una agenda país. Más allá de las diferencias, que la agenda país se imponga a las visiones que pueda tener el Gobierno y también la oposición. Si no colocamos eso por delante, ninguna mesa de diálogo va a funcionar porque no van a ver las voluntades.
En la Asamblea hay una mayoría opositora muy reacia a todo lo que venga del Gobierno. ¿Cómo trabajar si tienen los 70 votos para negarles cualquier cosa?
Yo creo que debemos pasar de las palabras necias y oídos sordos a realmente sentarnos a dialogar. Porque si la Asamblea se pone en un plan de “te niego todo lo que mandes”, del Ejecutivo vendrá entonces “te veto todo lo que apruebes”.
Las dos partes podremos estar en esa pelea si quieren hasta el final del período, pero los ciudadanos, que están esperando respuestas, se van a quedar en el abandono. Muchos legisladores a veces creen que las leyes no impactan en la ciudadanía, en los ecuatorianos, en la gente que está en la calle. Por eso debemos sentarnos a dialogar para establecer esa agenda país que sea lo que ahora nos movilice. ¿Tenemos diferencias? Sí.
¿Ideológicamente no somos compatibles?
También. Pero en vez de ver esos puntos de diferencia, que son muchos, veamos por lo menos los puntos de encuentro, que pueden ser pocos, pero pueden ser fundamentales.
¿No es más fácil para el Gobierno, sobre todo los temas de seguridad, incluirlos en la consulta popular?
Por eso pronto se conocerán las preguntas de la consulta. Hay varios de estos elementos que estarán en la consulta popular, pero hay otro que, por la configuración de nuestro Estado, no pueden ir a consulta popular sino que tendrán que venir a la Asamblea. Nuestra intención es definir esta agenda país, en donde todos tengamos claridad.
Nosotros tenemos intenciones, las otras bancadas también tendrán sus posiciones, y aquí tenemos que llegar a un consenso. Un primer ejercicio es la Ley de Inversiones. Pero de aquí en adelante tendrán que venir cuántos ejercicios se necesiten para lograr que esto sea funcional.
¿Hay la posibilidad de pasar una reforma laboral en la Asamblea actual?
Había un proyecto de nuevo Código Laboral presentado por el Frente Unitario de Trabajadores, pero se quedó en el limbo porque no aprobó ni archivó el proyecto. Así que, por los vacíos que tiene la ley, ese proyecto murió. Entonces ahora tiene que venir un debate de cuál va a ser la reforma laboral para el país.
El Ministerio del Trabajo está socializando el proyecto del Gobierno, nosotros tendremos que hacer lo propio con las bancadas, y encontrar los puntos en común. ¿Va a ser simple? No. Ningún Gobierno ha logrado, ni en sus mejores momentos, reformar un código de 80 años. Pero en algún punto hay que empezar, entendiendo incluso que puede ser un rédito negativo para el Gobierno, pero que será positivo a futuro porque le está dando oportunidades a los que no tienen empleo.
Va a ser uno de los puntos más álgidos, pero estamos en tiempos de cambio. Veamos si esta vez es posible.
Más allá de estos diálogos, ¿el Gobierno está negociando con las otras bancadas?
A veces parece que el Gobierno solo entrega los proyectos y espera que éstos pasen porque son buenos. Hay algo que a los ecuatorianos les parece raro que es sentarnos a dialogar. Debemos hacer que eso extraordinario se vuelva cotidiano. Lo lógico es que los poderes conversen.
No solo el Ejecutivo con la Asamblea, sino con la Función Judicial, la Electoral, el Consejo de Participación. Nosotros no tenemos esa posición. Se pueden denunciar un sinfín de cosas, pero no se han podido comprobar. Va a ser un proceso más lento. Lo común hubiera sido, como en gobiernos anteriores, decir: “bueno, necesitamos esta ley; tomen este ministerio, tomen estos hospitales”. Al no hacer nosotros eso, tienes un paradigma que se rompe desde quien ofrece, y desde quien espera. Estamos llegando al punto en el que todos entendieron que eso no va a pasar, y hay que sentarse por el país.
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