Alfredo V. permanece en la Penitenciaría del Litoral, donde enfrenta un proceso por intento de femicidio luego de que derramara ácido en la cara de su exconviviente. La víctima, de 40 años, sufrió quemaduras de primero y segundo grado en el 50 % de su cuerpo.

Un nuevo caso de violencia de género se presentó en el Suburbio de Guayaquil, el pasado sábado 5 de marzo. Mónica Ochoa, de 40 años, hacía los preparativos para una celebración por la graduación de su segundo hijo. Sin embargo, cuando Ochoa regresaba a su hogar en compañía de su cuñada y su hija, de 16 años, su expareja se acercó a ella por detrás, la tomó del cabello y vertió ácido en su rostro y parte de su cuerpo.

Las cámaras de seguridad de un local, ubicado en las calles Gallegos Lara y 4 de Noviembre, registraron el ataque contra la mujer. El agresor intentó huir, pero rápidamente fue interceptado por su hijo de 20 años que se encontraba en una peluquería del sector y por algunos transeúntes. Por versiones de familiares de la víctima y el agresor a los medios de comunicación, se conoció que el detenido ya habría intentado acabar con la vida de la víctima, por lo que esta última pidió una boleta de auxilio.

La agredida permanece en el Hospital Abel Gilbert Pontón de Guayaquil, donde su pronóstico es reservado. Según publica El Comercio, John Villegas, jefe del Servicio de Cirugía Plástica Reconstructiva del Abel Gilbert, afirma que este no es el primer caso de ataque con ácido. Él comenta que en 2015 atendieron hechos similares, que, a su criterio, son casi siempre premeditados.

El ataque con ácido, dicen expertos, es difícil de curar completamente, pues el químico produce lesiones profundas y quemaduras de hasta tercer grado, lo que produce el daño de la piel e incluso parte de los músculos.

De hallarse culpable al agresor, podría enfrentar una pena que va de 22 a 26 años de reclusión.