“Nunca había visto a un portero visitante atajar así en el Monumental”, opinó el gran Ubaldo Matildo Fillol después del partido en que IDV eliminó al equipo de la ‘Banda roja’ en Buenos Aires, por los octavos de final de la Copa.

El Telégrafo

“En el penal me acerco al árbitro y le digo: ‘¿por qué nos hace esto?’ Y me dice: ‘tranquilo que lo falla’”. Librado Azcona, Caacupé, Paraguay, 18 de enero de 1984, cuenta cómo se dio el primer momento clave de su equipo en la Copa Libertadores 2016, el que puso a Independiente del Valle al filo del abismo y a él frente al paredón, justamente en la tierra donde nació y en el escenario donde los paraguayos han librado sus mejores luchas: el Defensores del Chaco.

Azcona versus Hernán Rodrigo López, goleador uruguayo que conquistó la Libertadores en 2002 con Olimpia. Suerte o muerte. Fue suerte. Aquella noche del 11 de febrero de 2016, el atacante de Guaraní no le atinó al arco a los 93 minutos del partido de vuelta por el repechaje del certamen y los de Sangolquí que sufrían segundos antes, mostraron el primero de sus cinco festejos por avanzar de fase en la temporada actual. Esta vez Azcona no fue el héroe directo como ocurriría en partidos posteriores con sus grandes intervenciones, pero su frase generó, al menos, el buen augurio del árbitro argentino Mauro Vigliano. Así comenzó la historia del portero paraguayo -nacionalizado ecuatoriano en 2014- y de su equipo en el certamen continental.

El defectuoso remate de López le permitió al futbolista, que comenzó su carrera a los 11 años en el 12 de Octubre, convertirse posteriormente en el mejor arquero de Sudamérica en 2016. A los 32 años, protegiendo el pórtico de su segundo club en el balompié ecuatoriano, Azcona llegó a su madurez deportiva y a ser elogiado en Paraguay y Argentina, donde existe interés de algunos clubes para ficharlo.

Junto a Arturo Mina, uno de sus mejores cómplices para cuidar la puerta de la casa, y José Angulo, delantero letal, se ha convertido en la gran figura del plantel. De eso puede dar fe el vigente campeón de la Copa, River Plate, que encontró en Azcona a su peor villano el 4 de mayo, en el estadio Antonio Vespucio Liberti de Buenos Aires. “Nunca había visto a un arquero visitante atajar así en el Monumental”, fue el comentario de uno de los goleros más destacados de la historia y campeón del mundo en Argentina 1978, Ubaldo Fillol.

Azcona lograba así cumplir un sueño de niño: ser figura de un equipo de fútbol profesional, aunque no haciendo goles, sino evitándolos. A los 11 años su instinto lo hizo cambiar de posición en el campo en cuestión de minutos. Se iba a probar de atacante, pero otros 400 niños querían ocupar las vacantes en la función ofensiva. Y como las posibilidades de quedarse eran casi nulas levantó la mano cuando preguntaron quiénes eran guardametas. La pasó mal: le hicieron 6 goles, pero por esas cosas del destino y del fútbol, se quedó. Transcurría 1995, año en el que su coterráneo y colega, José Luis Chilavert, ya era ídolo y campeón de la Libertadores con el Vélez Sarsfield que comandaba Carlos Bianchi. Y para que Azcona llegara a una de las instancias donde llegó Chilavert, fue determinante el papel de Dionisio Cabañas, el entrenador y mentor que lo eligió ese día que recibió más goles que los que le marcaron Boca y River juntos en 4 partidos de la Libertadores.

El empuje de su guía no solo pasó por lo deportivo y lo anímico, sino también en lo económico. Cuando el joven Librado no tenía un solo peso ni fuerzas para pedalear 30 kilómetros en su bicicleta para acudir a la práctica, aparecía Cabañas. Le pagaba un boleto y evitaba que su pupilo se ausentara en los trabajos. “Me costó muchísimo, por eso valoro más dónde he llegado”, dice el arquero de 1,84 metros que defenderá nuevamente la valla de Independiente hoy y el próximo miércoles ante Atlético Nacional de Medellín, que conquistó la copa en 1989, con René Higuita como figura. Jacinto Elizeche, DT de Liga de Loja en 2009, aprovechó que Azcona no fue tomado en cuenta por el 12 de Octubre para llevarlo al fútbol ecuatoriano. En un año se ganó a la hinchada de la ‘Garra del Oso’ que lo bautizó como San Librado por todos los balones que no dejó llegar a la red. “Librado le libró a la Liga”, se repetía en las tribunas del estadio Reina del Cisne. Independiente fue uno de los que más sufrió ante él, por eso lo contrató.