Una exenfermera que confesó haber asesinado a ocho ancianos que estaban bajo su cuidado en casas de retiro, en el este de Canadá, fue sentenciada el lunes a cadena perpetua.

El Telégrafo

Elizabeth Wettlaufer enfrentó una pena potencial de 200 años de cárcel, pero el juez de la provincia canadiense de Ontario optó por ocho sentencias sin libertad condicional por al menos 25 años.

La mujer fornida y con lentes, de 50 años, admitió haber inyectado insulina a sus víctimas en dos centros de atención de Ontario en los que trabajó, a menudo en turnos nocturnos, entre 2007 y 2014.

También confesó otros cuatro intentos de asesinato y dos agresiones, en una tercera instalación.

El tribunal de la ciudad de Woodstock, al sur de Toronto, escuchó que Wettlaufer había sufrido una cólera extrema debido a su trabajo y su vida.

«Estaba lejos de ser un ángel de misericordia», dijo el juez Bruce Thomas. «En cambio, era una sombra de muerte que pasó sobre» sus víctimas. En su audiencia de sentencia, Wettlaufer pidió disculpas por sus acciones.

Pero fuera del tribunal, los amigos y familiares de las víctimas expresaron ira y dolor, diciendo que se sintieron traicionados por una mujer encargada de cuidar a sus padres o abuelos. «Nunca vamos a superar el hecho de que nuestra confianza fue destruida por esta mujer», dijo una persona a los periodistas.

El caso de Wettlaufer ha llevado a pedir una mayor supervisión de los centros de atención de la tercera edad en Canadá y el monitoreo de los medicamentos dispensados por los trabajadores de la salud. Las víctimas eran hombres y mujeres, de 75 a 96 años.

Fuente: El Telégrafo