Cientos de miles de personas llenaron este domingo (8 de octubre del 2017) Barcelona de banderas españolas, catalanas y europeas en una manifestación contra la independencia de Cataluña, en el último episodio de la peor crisis política en España en 40 años.

EFE

La manifestación, a la que asistieron 350 000 personas según la policía local, y 950 000, según los organizadores, concluyó con un discurso del escritor Mario Vargas Llosa en el que aseguró que “la democracia española está aquí para quedarse, y ninguna conjura independentista la destruirá”.

“Nosaltres també som catalans” («nosotros también somos catalanes»), podía leerse en una de las pancartas de la manifestación, que concluyo con un discurso de Mario Vargas Llosa, el Nobel de Literatura que vivió unos años en Barcelona. Bajo el lema “¡Basta, recuperemos la sensatez!”, la marcha reunió a unos catalanes opuestos a la independencia que no suelen significarse, en contraste con las colosales manifestaciones independentistas de los últimos años.

“Luego diréis, que somos cinco o seis” , “no somos fachas”, o “Puigdemont, a prisión” fueron algunos de los lemas escuchados en la marcha, que saludaba las banderas españolas colgadas en los balcones y abucheaba las independentistas “La pasión puede ser destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo.

La peor de todas, la que ha causado más estragos en la historia, es la pasión nacionalista”, aseguró Vargas Llosa, en el escenario instalado frente a la Estación de Francia, donde concluyó la marcha. Tras considerar que ha ganado la consulta prohibida y marcada por violentas cargas de la policía española, el presidente catalán, Carles Puigdemont, amenaza con declarar unilateralmente la independencia de la región que representa el 16% de la población y el 19% del PIB de España, y cuyos 7,5 millones de habitantes se encuentran profundamente divididos sobre la secesión, según encuestas.

En el otro lado, el gobierno de Mariano Rajoy se niega a dialogar mientras los independentistas no hayan retirado la amenaza de la secesión.

Fuente: El Comercio