Después de más de tres años de negociaciones e innumerables crisis, el Gobierno colombiano y las FARC entran en 2016 dispuestos a sellar el fin de un conflicto armado que supera el medio siglo y que además es el último que queda en América.

Por primera vez el país, que ya ha vivido otros diálogos de paz infructuosos, tiene una fecha para terminar el conflicto armado con las FARC: el 23 de marzo de 2016.

Las partes han decidido que ese será el día límite para sellar un histórico acuerdo que busca poner fin a más de 50 años de contienda que dejan casi siete millones de víctimas, alrededor del 62 % de su territorio afectado por minas antipersona e incalculables daños al medio ambiente, objeto frecuente de atentados.

Pese al optimismo del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, con el próximo fin del conflicto, el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias «Timochenko», dijo hoy que los asuntos pendientes de discusión, como el cese el fuego bilateral y la dejación de las armas, son «extensos, complejos y delicados», por lo que no deberían ser objeto de «presiones y plazos fatales».

Pese a ello, «Timochenko» aseguró que seguirán «luchando para que el 2016 pase a la historia como el año en que se firmará y comenzará a cumplir el acuerdo final de paz».

A pocos meses de que llegue ese ansiado momento, que previsiblemente tendrá lugar en La Habana, sede de los diálogos de paz desde que estos comenzaron en noviembre de 2012, los negociadores del Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tienen ante sí una agenda frenética.

Y es que si bien solo queda por acordar el último punto de los cinco que se discuten para firmar la paz, este es el apartado que más problemas logísticos presenta en el corto plazo, puesto que hace referencia al desarme y desmovilización de más de 6.000 combatientes de las FARC y también al alto el fuego definitivo entre las partes.

Todo ello también acontecerá en el primer semestre de 2016 si se cumple el calendario propuesto, pues la guerrilla ha acordado dejar las armas dos meses después de que se firme la paz.

Cómo se hará eso y sobre todo en qué lugar es lo que falta por decidir en La Habana, donde los negociadores retomarán el diálogo el próximo 13 de enero tras el receso de Navidad y Fin de Año.

Por el momento, fuentes cercanas al proceso, como Enrique Santos, hermano del presidente, han desvelado que entre las posibilidades figuran varias «zonas de concentración» en las que bajo seguridad se depositarán las armas.

Con respecto al alto el fuego bilateral y definitivo, Santos avanzó que pedirá la colaboración del Consejo de Seguridad de la ONU, que espera a su vez una petición formal también por parte de la guerrilla, que mantiene desde el pasado 20 de julio un cese unilateral que ha reducido la violencia del país a niveles sin precedentes.

Pero nada de esto llegará si los colombianos no refrendan primero los acuerdos en un plebiscito que será clave para la paz del país y termómetro de la polarización política que las negociaciones han disparado.

Los sondeos, siempre cambiantes tras cada nuevo contratiempo en los diálogos, muestran en su última proyección de este mes que son mayoría los colombianos que respaldarían los acuerdos (un 52 %) si bien el número de votantes en contra creció de 18 % al 32 % en los últimos dos meses.

Desde una perspectiva general, parece sin embargo que no hay dudas de que se firmará la paz en 2016, toda vez que los negociadores acaban de desbloquear el punto más complejo del proceso, el de reconocimiento y reparación de víctimas, que se debatió en Cuba durante 18 meses.

Aunque la cautela ha sido una constante por parte del Gobierno, el jefe negociador del Ejecutivo, Humberto de la Calle, dijo tras anunciar el acuerdo que este logro «pronostica el posible fin del conflicto y el advenimiento de una paz firme».

Sería el fin anhelado por los colombianos tras 50 años de sangre, de masacres y decenas de miles de desaparecidos y el inicio de una reconciliación que, en un gesto simbólico, comenzaron Santos y «Timochenko» al darse un histórico apretón de manos el pasado 23 de septiembre en Cuba.

Cuando las FARC dejen sus armas, quedarán el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla del país, y las bandas criminales de origen paramilitar, otros retos para los cuales las Fuerzas Militares de Colombia también han comenzado ya a prepararse de cara al 2016.