En Quito existen alrededor de 430 vendedores informales de jugo de naranja en las calles. Así lo determinó el censo realizado por la Secretaría de Seguridad, la Agencia Distrital de Comercio y la Policía Metropolitana, en mayo pasado.

El Telégrafo

Los organismos municipales fueron los encargados de capacitar a los comerciantes en atención al cliente y manipulación de alimentos. Esto luego de que el Cabildo difundiera un informe en el que se decía que el 32% de esas bebidas no era apta para el consumo humano. Rosario Guanga no logró capacitarse. Pese a ello, vende la bebida embotellada en la av. Mariana de Jesús. La mujer afirma que al no contar con el permiso, los policías metropolitanos la “molestan” y no le permiten trabajar. Dijo que “en la capacitación realizada en el Colegio Benalcázar, funcionarios del Municipio elaboraron una nueva lista con los nombres de las personas que no accedimos a los cursos y nos dijeron que había la posibilidad de que se realizaran nuevos talleres”.

Según voceros de la Secretaría Metropolitana de Seguridad, sin embargo, no se efectuarán más capacitaciones por el momento. Mientras tanto, los comerciantes que asistieron a los talleres cuentan con permisos temporales de venta, los que no reemplazan a los trámites normales de regularización. Entre tanto, los vendedores informales denunciaron que en el último mes, la venta del producto se redujo en el 30%.

Los expendedores lo atribuyen, en primer lugar, a la competencia entre ellos. Sin embargo, destacan que lo que más les afectó fue el informe de la Secretaría Metropolitana de Salud sobre la idoneidad de la bebida. Eduardo Quinalua, quien comercializa la bebida en la intersección de las calles República y Pradera, asegura que antes vendía $ 50 diarios y ahora llega a lo mucho a $ 20. Aclara que la reducción de las ganancias no tiene que ver con el precio de la fruta, pues el centenar de naranjas sigue costando entre $ 15 y $ 18 en el mercado Mayorista de la capital.