De la experiencia negativa que le dejó un viaje en una lancha rápida entre Santa Cruz e Isabela en las islas Galápagos en 2017 surgió la idea de diseñar y construir una embarcación rápida cero emisiones y cómoda para el usuario, cuenta Rubén Paredes, docente de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol).

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Créditos: Edgar Villamarín

El diseño de las actuales embarcaciones que se usan para viajes interislas en el archipiélago provoca mareos y golpes tanto en colonos como turistas. Además, debido a lo fuerte del viaje, por lo general, adultos mayores y niños deben esperar ciertos horarios en que el mar está relativamente calmado para realizar la travesía.

“Las lanchas actuales tienen 11 metros de largo, tienen instalados entre dos y tres motores fuera de borda y usan gasolina. El problema es que casi toda la flota consume cerca de un millón de galones de gasolina al año. También se han reportado tortugas marinas heridas, ya que las lanchas las golpean porque navegan a 50 kilómetros por hora y no las ven”, dice el docente.

Es por esto que Paredes y un conjunto de profesionales de Espol, Astinave, Instituto Nacional de Eficiencia Energética y Energías Renovables y el Stevens Institute Technology trabajan en un diseño de embarcación que reemplazaría los motores fuera de borda por sistemas que no usen combustibles fósiles, para así reducir las emisiones, aumentar el confort del pasajero y disminuir colisiones con tortugas.

De hecho, este proyecto, llamado Zegal, fue uno de los ganadores de la convocatoria Inédita impulsada por la Senescyt en 2018 y se adjudicaron cerca de $ 187.000 para su desarrollo. Sin embargo, los fondos, que serán administrados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, fueron transferidos recién a inicios de este año, con lo que se pudo firmar la parte contractual con los profesionales que participarán. Se espera que los diseños definitivos estén en dos años.

Se realizará una evaluación del sistema de transporte interislas con viajes entre las islas de Galápagos, una comparación de alternativas de propulsión no fósiles, optimización del diseño actual de las embarcaciones para reducir su consumo de energía, entre otros factores.

Antes de que empiece la pandemia tuvimos la oportunidad de que un estudiante de pregrado y un investigador visiten Galápagos y realizar experimentos que nos han permitido cuantificar la eficiencia energética de las actuales embarcaciones”, añade Paredes.

La idea es diseñar y construir una embarcación con algo más de 13 metros de largo, con una modificación de ángulo de inclinación del casco (que ayuda a reducir el maltrato a los pasajeros) y reducir su peso estructural. Se realizarán modelos a escala que se probarán en un tanque hidrodinámico que se encuentra en los laboratorios del Stevens Institute Technology, en EE. UU.

En la actualidad hay casos exitosos de embarcaciones con paneles solares en Galápagos, pero estas lanchas no son rápidas y se usan para trayectos muy cortos. Entonces, para Zegal se evaluará la combinación de energía solar, eólica y la utilización de hidrógeno.

“Creemos que este diseño será bien recibido por los propietarios de las actuales embarcaciones que existen en las islas, ya que disminuirán su consumo de combustible y darán confort a sus pasajeros”, dice Paredes.

De hecho, la cooperativa Transmartisa ha facilitado sus embarcaciones para realizar los experimentos y podría ser un potencial interesado en el diseño final. Además, el Parque Nacional Galápagos ha consultado si este tipo de embarcaciones podrían servir para patrullajes en la reserva, ya que el diseño iría con la “filosofía” de la institución.

José Marín, también docente de Espol y mentor de Paredes, indica que Zegal busca mejorar la transportación dentro de Galápagos y ayudar al medioambiente: “Lo único que justifica someterse al actual golpeteo de las embarcaciones es la belleza que se ve y se disfruta al final del viaje. La verdad tenemos un reto al diseñar una embarcación que se pueda mover a las velocidades de las lanchas actuales. Por eso serán importantes las pruebas”.

Además, según Marín, este proyecto es una oportunidad importante de demostrar que desde las universidades ecuatorianas también se incuban soluciones a problemas reales que afectan a la población, en este caso de Galápagos.

Nota Original: El Universo – LINK