Las precipitaciones registradas en enero y febrero han superado los niveles promedio de la época lluviosa de esos meses en los últimos 30 años. El impacto se siente, especialmente, en el centro y sur de la región Costa, como en las provincias de Manabí, Santa Elena, Guayas, Los Ríos y El Oro, causando deslizamientos, inundaciones, bloqueo de vías y más daños.

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Los estragos del invierno ya se sienten en el país. Según la Secretaría de Gestión de Riesgos ya son 12 las víctimas del fuerte invernal. La primera provincia en ser declarada en emergencia fue Manabí. El Comité de Operaciones Emergentes (COE) dispuso la declaratoria con lo que se busca que los gobiernos autónomos tanto provinciales como cantonales y parroquiales puedan movilizar recursos a través del portal de compras públicas. Solo en esa provincia, las fuertes lluvias y la crecida de los ríos ya han dejado unas 2.000 familias afectadas, 50 personas damnificadas y 2.400 viviendas con alguna afectación.

Pero las demás provincias del litoral ecuatoriano también sufren las consecuencias del invernal. Los Ríos y Esmeraldas recibieron la alerta amarilla por parte del INAMHI.  Según la Secretaría, 22 de las 24 provincias ecuatorianas sufren estragos por las fuertes lluvias. Las lluvias han ocasionado deslizamientos de tierra, desbordamiento de ríos, inundaciones de poblados y daños en algunas carreteras.

Las lluvias en la parte alta de El Oro han generado inconvenientes en las vías que conducen a la zona rural de los cantones de Piñas, Zaruma y Portovelo, mientras que en el llano los aguaceros han disminuido.

En Quito, entre el 26 de enero y el 22 de febrero, la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (EPMMOP) atendió 83 emergencias que se produjeron en sectores del norte, centro, sur de la ciudad.

Según Raúl Mejía, coordinador regional del INAMHI, las características del invierno en nuestro país son similares a las que presenta el fenómeno climatológico denominado ‘La Niña Modoki’. En palabras del experto, la Niña Modoki se origina por «un ligero enfriamiento en la parte central del Océano Pacífico por un calentamiento hacia las costas de Sudamérica», panorama que coincide  con las lluvias abundantes en las costas nacionales y peruanas.