La capital de la provincia del Azuay (sur andino) será sede de la tercera edición de los Juegos Nacionales del deporte adaptado, que reunirá a cerca de 600 deportistas paralímpicos y sordolímpicos en nueve disciplinas desde este 27 de julio al 4 de agosto.

El Telégrafo

El coliseo Mayor, la pista atlética Jefferson Pérez, el complejo deportivo de Totoracocha y la piscina perteneciente a la Federación Deportiva del Azuay, acogerán a los deportistas provenientes de 15 provincias del país entre ellos: Guayas, Pichincha, Sucumbíos, Tungurahua, Esmeraldas, Carchi, Chimborazo, Cotopaxi, Imbabura y Napo.

El evento también definirá marcas, con miras a los próximos certámenes que se cumplirán fuera del país como son el primer Open internacional de para-natación y segundo Open Internacional de para-atletismo.

Las disciplinas en las que competirán los atletas serán natación, taekwondo, boccias; un deporte que lo practican personas en silla de ruedas que padecen parálisis cerebral o discapacidad física severa, tenis de mesa, baloncesto en silla de ruedas, fútbol sala, goal ball, que lo practican personas con discapacidad visual, remo in; que se lo desarrolla con una máquina en un coliseo y tiene los mismo movimientos del remo, y atletismo.

Las competencias se iniciarán este viernes, pero la organización de los Juegos Nacionales, el Comité Paralímpico Ecuatoriano (CPE), planificó que la inauguración se cumpla el próximo 30 de julio en las instalaciones del coliseo Mayor de la conocida como la capital deportiva del país, a partir de las 09:30 locales. El CPE, junto a las Federaciones afiliadas a la misma, de acuerdo a la discapacidad: auditiva (Fedepdal), física (Fedepdif), Intelectual (Fededi) y visual (Fedediv), han trabajado para que el deporte adaptado se siga desarrollando en Ecuador.

La tercera edición de los Juegos Nacionales del deporte adaptado tiene el aval y el respaldo de la Secretaría del Deporte, el Comité Paralímpico Ecuatoriano, la Federación Deportiva del Azuay y del Centro de Entrenamiento para el Alto Rendimiento de Azuay.

Fuente: El Telégrafo