Los habitantes de Pedernales recuerdan el sismo como que fuera ayer, casas y edificios cayendo, gritos desesperados, personas que partieron para siempre, un día triste aquel 16 de abril de 2016, cuando un terremoto de 7,8 grados sacudió sus vidas para siempre.

Esa localidad de Ecuador fue el epicentro del sismo que tomó por sorpresa a todos hace hoy un año y que ha sido considerado el peor de la historia nacional en al menos unos 70 años.

Cuentan sus pobladoras que la tierra se movía fuerte, pero en un menos de un minuto que tembló, quedó mucho dolor, desesperación y destrucción.

Calles tapadas con postes y nubes de polvo es lo que recuerdan muchos, y también que nadie durmió aquella noche del terremoto, pensaban que vendría otro sismo fuerte.

Algunos dejaron Pedernales por meses, tenían miedo de que se repita otro sacudón; para otros no quedó otra alternativa que vivir por un tiempo de la solidaridad de los amigos y de la familia.

Así lo contó a Andes José Valdez, trabajador del restaurante ‘El Costeñito 1″, que se derrumbó por completo. Dice que por cuestiones del destino, él hace varios meses volvió a trabajar en el mismo lugar, porque su jefe a través de un crédito levantó el negocio en agosto pasado y le llamó para trabajar nuevamente.

Valdéz pudo retomar sus actividades cuatro meses después del sismo e hizo suyo el lema de muchos habitantes; «De Pedernales no nos vamos; nos quedamos». Él asegura que la población se levantó porque «los manabitas se llenaron de coraje y fuerza y dijimos ‘aquí vamos para adelante’, y en eso estamos muy bien por ahora».

Jacqueline Zambrano también volvió a empezar y su local que está frente al mar de Pedernales tuvo que arreglarse porque sufrió daños. Su negocio cambió, antes era solo un bar de venta de cocteles que abría hasta la madrugada, ahora atiende hasta las 11 de la noche y vende también platos sencillos conocidos como piqueos con camarón, pescado y patacón, también batidos de fruta.

Su clientela es fiel a la buena atención que brinda, dijo que busca enseñar a los que encuentra en su camino que de esperanzas y sueños también se vive, que nunca hay que vivir en el pasado si es triste y que como el mar las cosas materiales vienen y van que todo se recupera.

Duerme en el local porque su casa aun tiene las paredes cuarteadas, espera arreglarla pronto. Cree que la llegada de turistas va a ayudar para que Pedernales se reactive y vuelva a ser como era antes, pero para todos cambió el hecho de haber tomado conciencia de estar viviendo en una zona de alto riesgo sísmico en la que eligieron quedarse para levantarla juntos.

Pero el Gobierno no deja solos a estos pobladores manabitas, ni tampoco a los de zonas como Jama, ya que personal del Ministerio de Inclusión Económica y Social da charlas a los beneficiarios del Bono de desarrollo humano para que obtengan un crédito productivo, como a Melanie Anchundia quien busca obtener un préstamo para criar pollos y chanchos.

Ella quiere emprender que luego del terremoto perdió sus cosas y ahora espera pronto tener su negocio propio y volver a empezar como los manabitas que no cesan en su tesón y en agradecer que viven para contar el terremoto, pese al dolor que queda por las 671 víctimas mortales.