Las consecuencias del conflicto armado entre Rusia y Ucrania mantienen en zozobra a la población mundial, no solo por la innumerable cantidad de vidas humanas que corren peligro por los violentos ataques, sino por las consecuencias globales que traerá en los ámbitos económicos, sociales y hasta culturales. Tres expertos en estas temáticas abordaron las implicaciones que traerá la guerra desde distintas perspectivas.

En Decisiones con Jorge Ortiz, Simón Ordóñez, analista político e internacional, saludó la gestión que ha llevado adelante la Cancillería de la República durante los días de conflicto y se solidarizó con su titular, Juan Carlos Holguín, por las críticas que ha recibido a lo largo de la semana a través de redes sociales «por quienes ya sabemos», refiriéndose a sus detractores políticos.

Ordóñez explicó que, aunque en épocas de conflicto la humanidad tiende al pesimismo, los datos demuestran que los sucesos bélicos han declinado después de la segunda guerra mundial, lo que ha dado al mundo cerca de 70 años de paz. No obstante, recalcó que esto ha generado el resurgimiento de líderes mesiánicos, como el expresidente de EE.UU., Donald Trump, o el mismo Vladimir Putin, presidente de Rusia, por el imaginario de que el mundo se derrumba.

De su lado, Mario Cuvi, decano de la Facultad de Derecho y Gobernabilidad de la Universidad ECOTEC, se sumó a la perspectiva de Ordóñez, pues considera que en situaciones críticas como esta, se deben tomar decisiones conscientes y responsables, para no permitir que «la locura de una sola persona nos saque de control como humanidad».

Sin embargo, reconoció que resulta difícil no preocuparse por los acontecimientos que se suscitan hasta el momento, citando el ataque ruso a los reactores nucleares de la central de Zaporiyia, en el sureste de Ucrania. «Es difícil predecir el fin del conflicto», señaló Cuvi, luego de que las dos negociaciones que han mantenido las partes involucradas no dieran mayores resultados, más que el de un cese al fuego temporal para la creación de corredores humanitarios.

Cuvi expresó que estas decisiones tampoco son recibidas con mucho optimismo, pues afirma que la medida representará un tiempo destinado para el apoyo logístico a las tropas rusas que se encuentran en las afueras de Kiev, capital ucraniana, así como la probable entrada de mercenarios camuflados como equipo humanitario.

«Me atrevo a llamar a que se tomen las medidas más rápidas para disuadir a Putin y que ojalá una tercera ronda de negociaciones pueda terminar con un cese al fuego definitivo», apuntó.

Asimismo, José Hidalgo, director de la Corporación de Estudios para el Desarrollo (CORDES), explicó que en el imaginario colectivo existe la idea errónea de que la invasión rusa a Ucrania nos es ajena como país, o, aún peor, que las acciones como los elevados precios del barril de petróleo nos puedan beneficiar. «Eso no es así», señaló.

Hidalgo refirió que, si bien el efecto fiscal que tendrá Ecuador por el incremento del valor del crudo puede ser positivo, se contrapone un efecto claramente negativo en las exportaciones no petroleras, como el banano, el camarón y las flores, donde Rusia y Ucrania tienen una participación relevante para el total de ventas de Ecuador.

En el caso del banano, es complicado buscar mercados alternativos, explicó Hidalgo, pues durante 2021 Rusia representó el 20% de las exportaciones, así como el 11% el área florícola.

Mario Cuvi compartió este análisis, y añadió que otros productos como los fertilizantes también se verán afectados por el conflicto bélico, lo que tendrá un efecto directo en la producción nacional de arroz.

Finalmente, Simón Ordóñez acotó que el totalitarismo que promueve Vladimir Putin busca una expansión no solo territorial sino cultural, específicamente contra Occidente y de forma puntual contra Estados Unidos.

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