Francia retuvo dos semanas una mercancía de una empresa sueca destinada a España e Italia, mientras EE.UU. paga el doble por los insumos médicos que son demandados en todo el mundo.

Créditos: El Telégrafo

La batalla contra el coronavirus no se libra solo en los hospitales. Al dispararse la demanda de mascarillas, se ha desatado una guerra entre países para hacer acopio de este hoy preciado material.

En Francia son cada vez más los presidentes regionales que acusan a Estados Unidos de interceptar sus pedidos en los aeropuertos chinos a golpe de talonario, pero París también ha irritado a Estocolmo por haber retenido durante dos semanas un lote de mascarillas destinado a España e Italia.

El conflicto estalló el pasado 5 de marzo, cuando Francia detuvo en Lyon cuatro millones de mascarillas de la empresa sueca Mölnlycke, multinacional del sector médico, especializada en productos desechables, según cuenta L’Express.

La razón es que dos días antes Emmanuel Macron había firmado un decreto que habilitaba al Gobierno a requisar, como en tiempos de guerra, todos los stocks de material que estuvieran en territorio francés para luchar contra el covid-19.

La mercancía sueca, fabricada en China, llegó en barco al puerto de Marsella y fue trasladada al centro de distribución que la compañía escandinava tiene en París.

Desde allí se iban a enviar dos millones de mascarillas a España e Italia, muy golpeadas ya por la pandemia y donde los clientes de Mölnlycke esperaban la mercancía. Pero las autoridades francesas pararon la operación. “Al teléfono nuestros interlocutores lloraban. Necesitaban esas mascarillas urgentemente, era terrible”, cuentan fuentes de la compañía a la revista.

Al constatar el bloqueo, la dirección de la empresa se puso en contacto con el Gobierno sueco para que presionara a París y al Secretariado General de Defensa y Seguridad Nacional, órgano asesor del Gobierno con competencias en gestión de stocks de mascarillas quirúrgicas que tras dos semanas de tira y afloja, accedió a liberar la mitad de la remesa para que España e Italia las recibieran.

Mölnlycke usa ahora los puertos de Bélgica para fletar los pedidos por avión. También se quejan por los golpes bajos de Estados Unidos, que utiliza la treta de ofrecer tres o cuatro veces más dinero por este insumo y llevan el cargamento de un avión a otro, incluso en la misma pista de los aeropuertos chinos.

“Los estadounidenses sacan dinero en efectivo y pagan tres o cuatro veces más por los pedidos que hemos hecho, así que tenemos que pelear”, se indignaba el presidente de la región del Gran Este, Jean Rottner, en la emisora RTL.

Es el mismo reproche que hace la presidenta de la región parisina, Valérie Pecresse. Ella asegura que se le escapó un cargamento porque su administración paga al recibir el pedido, mientras que los norteamericanos lo hacen al contado y sin ver el material. “Eso puede ser más atractivo para algunos que quieren hacer negocio con la desesperación del mundo entero”, criticó Pécresse en LCI.

Washington niega estar detrás de esas carreras sobre la base de talonario.

Estos no son los únicos problemas a los que se han enfrentado las autoridades francesas. El Diario Liberation explica que un alto cargo de la región de Nueva Aquitania les explicó que para hacer estas compras se enfrentan a diario con “el caos logístico que hay en China”, con falsos proveedores que no tienen el material que quieren vender y con empresas que quieren cobrar en “pequeños bancos” de las Islas Caimán.

Fuente: El Telégrafo – Nota Original: aquí