Ante la necesidad de reactivar la economía, más de 400 mil trabajadores volvieron a la jornada presencial en Quito, el pasado miércoles 3 de junio, con el cambio al semáforo amarillo.

Crédito: EFE.

Ante la necesidad de reactivar la economía, más de 400 mil trabajadores volvieron a la jornada presencial en Quito, el pasado miércoles 3 de junio, con el cambio al semáforo amarillo.

Desde entonces se registran aglomeraciones, que son bombas de tiempo que podrían desencadenar un pico de covid-19. Eso se refleja en más vehículos, personas en paradas, calles y parques.

Y, a la par, se han organizado reuniones familiares y fiestas, lo que incluso ocurría en la cuarentena obligatoria. Pichincha encabeza el listado de provincias con más alertas relacionadas a las aglomeraciones (concentra el 20%).

Entre el 16 de marzo y el 7 de junio se han registrado 33 414 reportes en el país. Además, es la segunda provincia con el mayor número de contagios: 4 713 (13,7%) de los 34 422, confirmados por medio de pruebas PCR, según cifras publicadas ayer.

Durante esta etapa de flexibilización de la movilidad -reconoce el vicealcalde Santiago Guarderas- sí se ha notado falta de conciencia. Se evidencia en reuniones sociales y partidos de básquet y fútbol en los parques.

Y en aglomeraciones en paradas y buses. Ayer, 8 de junio del 2020, la Alcaldía recibió reportes de una salida masiva de personas en Carcelén y Carapungo, norte de la ciudad.

También hubo alertas en barrios del sur como Chillogallo, con 316 diagnósticos positivos y Guamaní, con 294. Ambos ya encabezan la lista de contagios en la capital.

Días atrás había más casos en Belisario Quevedo, que cayó al tercer lugar, con 283. “No hay tres millones de policías para seguir a todo quiteño; se requiere conciencia”, dijo Guarderas.

Los datos se obtienen a través de la plataforma Covid-19, que permite hacer el monitoreo de contagiados, la identificación de espacios que requieren fumigación, el mapeo de los lugares con aglomeración de ciudadanos que irrespetan restricciones de circulación, la geolocalización de pacientes que llaman al 171, etc.

Por su parte, la ciudadanía también detecta falta de control. Alexis Ponce, quien reside en Ponciano, en el norte de la urbe, recuerda que la noche del 16 de mayo aún regía el semáforo rojo. Pero un grupo de vecinos hizo una fiesta.

“Viva el covid-19”, se les oía gritar. Él vive con su esposa e hija. Llamó a las autoridades y no respondieron a su pedido. Cree que estas situaciones no deberían darse en una emergencia sanitaria en donde la circulación del virus aún es alta.

“Lamentablemente la muerte y la pandemia llegan a los más vulnerables”. Una situación similar afrontó Elsa Torres, quien vive en Selva Alegre, con su esposo adulto mayor. En más de tres ocasiones, la más reciente hace unos días, sus vecinos hicieron una fiesta; no usaron mascarillas y tampoco se respetó el distanciamiento social. “Es una irresponsabilidad; ponen en peligro la vida de todos”.

Para evitar las aglomeraciones, el Vicealcalde asegura que el Municipio hace cálculos en el transporte público, por ejemplo. Así han determinado que, tras el retorno a las labores, unos 500 000 ciudadanos podrían demandar el servicio, por lo que se autorizó la circulación de 1 800 unidades convencionales y 166 buses municipales.

Otro problema identificado -según Guarderas- es el mal uso de la mascarilla, por lo que requieren educar a la gente. El salubrista Hugo Romo cree que se debe actuar frente a las aglomeraciones porque esta temporada es una de las “más peligrosas” para las ciudades que pasaron de rojo a amarillo.

Implica el cambio del aislamiento al distanciamiento. “Pero no significa que el riesgo haya disminuido; al contrario, al liberar a las personas hay más peligro de contagio, por lo que el nivel de responsabilidad debe ser mayor”.

El epidemiólogo Jorge Albán, quien integra la Comisión de Salud de la Universidad Central, coincide en que se enfrenta una situación compleja en Quito. “Si una persona puede quedarse en casa, lo debe hacer. Si tiene que salir es necesario que tome las medidas de bioseguridad como el lavado de manos y evitar lugares cerrados.

“Un visor es una herramienta de protección” . Él recordó que el virus se transmite de persona a persona, en especial, cuando un contagiado habla, tose o estornuda, por lo que el uso de la mascarilla es fundamental.

Según Erin Bromage, epidemiólogo de la U. de Massachusetts, citado por la BBC, otro lugar de contagio es el centro comercial, en especial, para quienes laboran en las diferentes tiendas, por las horas que permanecen en ese espacio cerrado. Para compradores el peligro es menor porque se quedan un tiempo limitado.

Fuente: El Comercio-Nota original: LINK