El jefe de Estado, Sauli Niinistö, y la primera ministra, Sanna Marin, anuncian la decisión formal, que deberá ser ratificada los próximos días en el Parlamento.

Créditos: El País

Finlandia ha dado el paso antes que Suecia. El presidente finlandés, Sauli Niinistö, y el Comité de Exteriores y Seguridad del país nórdico han aprobado formalmente este domingo la solicitud del ingreso en la OTAN, han anunciado en rueda de prensa en Helsinki el jefe de Estado y la primera ministra, Sanna Marin. “Hoy es un día histórico. Iniciamos una nueva era”, ha resaltado Niinistö. La decisión todavía tiene que ser ratificada en el Eduskunta (Parlamento) durante los próximos días, aunque todas las fuerzas del arco parlamentario han anunciado ya que darán luz verde al ingreso.

El presidente Niinistö, de 73 años y miembro de la Coalición Nacional (liberales), ha hecho el anuncio en finés, sueco (lengua cooficial) y en inglés. La socialdemócrata Marin ha expresado su deseo de que el proceso de ratificación sea “tan rápido y fluido como sea posible”. La declaración de este domingo llega tres días después de que Niinistö y Marin emitieran un comunicado conjunto en el que a título personal instaban a solicitar la adhesión “cuanto antes” para garantizar la seguridad del país nórdico.

Niinistö lidera la política exterior del país nórdico en cooperación con el Ejecutivo, además de ser comandante en jefe de las Fuerzas Armadas finlandesas. El Comité de Exteriores y Seguridad del Ejecutivo finlandés está formado por la jefa de Gobierno y los ministros de Exteriores, Defensa, Finanzas, Comercio Exterior, Justicia, Educación y Medio Ambiente. Marin, de 36 años, lidera un Gobierno de coalición formado por cinco partidos — socialdemócratas, Liga Verde, Partido de Centro, Alianza de la Izquierda y el Partido Popular Sueco de Finlandia—, entre los que no está la formación liberal del jefe del Estado.

El lunes arrancará en el Eduskunta el debate para ratificar la solicitud. Todas las fuerzas políticas finlandesas —incluidos los ecologistas y los excomunistas, cuyas formaciones hermanas en Estocolmo se siguen posicionando en contra de la adhesión del país escandinavo—han anunciado ya que apoyarán la integración en la Alianza. La última en hacerlo fue precisamente el Partido Socialdemócrata de la primera ministra, que avaló el ingreso este sábado tras una reunión de su cúpula. Sin embargo, se prevé que el proceso parlamentario para la ratificación pueda prolongarse probablemente durante dos días, ya que, según anunció el pasado jueves el ministro de Exteriores, Pekka Haavisto, miembro de la Liga Verde, “más de un centenar de diputados querrán intervenir durante el debate”.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, manifestó el viernes su disconformidad ante los planes de adhesión de Finlandia y Suecia. Niinistö ha reconocido su “confusión” sobre la postura de Ankara y ha asegurado que el mandatario turco se había mostrado durante las últimas semanas “complacido” y “partidario” de la incorporación. “El viernes escuchamos algo distinto y el sábado volvía estar abierto a la incorporación. Queremos una respuesta clara al respecto y esperamos hablar con Erdogan sobre los problemas que plantea”, ha añadido. El Ejército de Turquía es el segundo más numeroso de toda la Alianza, solo por detrás del de Estados Unidos. El proceso de ratificación de la adhesión de Finlandia —que requiere la aprobación en los parlamentos de los 30 miembros de la Alianza— podría prolongarse entre seis y 12 meses, según fuentes de la organización fundada en 1949.

Finlandia, que comparte una frontera de más de 1.300 kilómetros con Rusia, ha permanecido no alineado militarmente durante 75 años. Pero tras el inicio de la ofensiva rusa sobre Ucrania a finales de febrero, el consenso político y la opinión pública se transformaron de manera vertiginosa a favor de pedir la membresía. A finales del año pasado, apenas un 20% de la población finlandesa se mostraba partidaria del ingreso en la Alianza, pero un sondeo de un organismo público divulgado el pasado lunes refleja que solo un 11% de los ciudadanos prefiere hoy que el país nórdico se mantenga fuera de la OTAN. El cambio también ha sido drástico entre las fuerzas políticas: la socialdemócrata Marin aseguró en una entrevista con este diario a finales de enero que la posibilidad de ingresar en la Alianza Atlántica no era una opción a corto plazo.

El sábado, el presidente finlandés llamó a su homólogo ruso, Vladímir Putin, para informarle de que su país iba a pedir de forma inminente la adhesión al bloque militar. Rusia ha advertido en reiteradas ocasiones de que habrá consecuencias “políticas y militares” si Helsinki se une a la Alianza Atlántica, aunque el Kremlin difundió un comunicado tras la llamada telefónica en el que afirmó que “el fin de la política tradicional de la neutralidad militar sería un error, ya que no hay ninguna amenaza para la seguridad de Finlandia”. Niinistö ha destacado este domingo que “la pertenencia a la OTAN no cambia la geografía” entre los dos países vecinos, y que durante su conversación con Putin le instó al mandatario ruso a “mantener en el futuro” ciertos aspectos de cooperación bilateral que no tienen relación alguna con el ingreso en la Alianza Atlántica.

El anuncio de Niinistö y Marin mete más presión a Suecia, que con el ingreso de Finlandia se convertiría en el único país de todos los nórdicos y bálticos que quedaría al margen de la OTAN. Sin embargo, el Partido Socialdemócrata Sueco —ganador en todas las elecciones generales que ha celebrado el país escandinavo desde 1914— anunciará este domingo si rompe con su posición tradicional contraria a la integración en la Alianza y da luz verde a la adhesión. En caso de hacerlo, los ecologistas y los excomunistas (que suman poco más del 10% de los escaños) serían las únicas dos fuerzas parlamentarias suecas que mantendrían su rechazo a solicitar el ingreso. El respaldo a formar parte del bloque militar también se ha disparado en Suecia durante los últimos meses, pero de manera menos rotunda que en Finlandia, y en Estocolmo las voces discrepantes todavía suenan con bastante más fuerza que en Helsinki.

NOTA ORIGINAL: El País – LINK