En medio del dolor de sus familiares, compañeros y ciudadanía en general, el sábado 17 de diciembre fue sepultado, en el cementerio general de Calceta, el policía José Luis Mejía Solórzano, quien murió durante el ataque al campamento La Esperanza, en la provincia de Morona Santiago.

Ministerio del Interior

La noche anterior al incidente, había conversado, vía telefónica, con su conviviente Mariana Rodríguez. Le dijo que se encontraba bien, realizando su trabajo; preguntó cómo estaba su hija, si tenían todavía dinero y que anhelaba verlas.

Al siguiente día, la joven se enteró de que su pareja había fallecido. “Esperamos que se haga Justicia, porque es desesperante no saber quién fue. Yo no trabajo. Él era el sustento de la familia. Él era todo. También ayudaba a sus padres cuando necesitaban algo”, dijo.

Al uniformado de 29 años de edad lo recuerda por su sonrisa, ya que nunca se molestaba con nadie, siempre inspiraba paz y amor a todos. Aunque tuviera problemas decía: “Hay que seguir adelante”, acotó.

Mérito al Valor

La ciudadana señala que nota que su hija intenta disimular lo que siente. La interroga para saber si su papá saldrá en alguna estrella durante la noche y dice que no quiere dormir sola. Se pone a jugar, se detiene y comienza a llorar.

Previamente al funeral, en la Escuela de Formación de Policías Gustavo Noboa, donde él fue parte de la octava promoción de aspirantes, la Policía Nacional, junto con funcionarios del Ministerio del Interior, realizaron un homenaje póstumo, en el que se hizo la entrega de una medalla como mérito al Valor, la cual fue recibida por su hija de 6 años de edad.

También se realizó el ascenso post-morten, en el que el general Pablo Aguirre, director de Contingencia Fronteriza, hizo la entrega de los símbolos institucionales a la madre del uniformado.