El martes 23 de noviembre, un fuerte temblor sacudió a los quiteños y los sacó de sus casas atemorizados de que suceda un terremoto. El movimiento telúrico, de 4,6 grados, habría sido el mayor sismo en la capital desde el 2014.

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A los capitalinos literalmente se les movió el piso este martes. Según el Instituto Geofísico, el sismo se debió a la Falla de Quito, o mejor conocida como Falla Inversa, una fractura ubicada en la corteza terrestre caracterizada por hacer que la zona en donde está la ciudad, esté levantada sobre El Valle de los Chillos y Tumbaco.

Daniela Valarezo, directora de Seguridad del Municipio Metropolitano de Quito, precisó el 23 de noviembre, después del movimiento telúrico, que se registró  la caída de piedras, pero que no se reportaron afectaciones mayores ni novedades de lamentar. Sin embargo, las autoridades del Geofísico informaron que  algunas viviendas sufrieron daños leves no estructurales, como vidrios rotos, grietas delgadas, o la caída de piezas de enlucido. 

Según expertos, el problema de la capital es que hay una gran cantidad de construcciones informales por su crecimiento acelerado. Un terremoto que cause daños podría costar a Quito unos USD 10 000 millones. 

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