El cantante español explica, en entrevista con Excélsior, que el que pueda tocar diferentes géneros en un disco no significa que no sepa a dónde va, sino al contrario: “sé perfecto hacia dónde voy”.

alejandro-sanz
Alejandro Sanz es criticado por la letra de su canción. Crédito: Twitter Alejandro Sanz

Hace casi tres décadas, Alejandro Sanz pisó por primera vez un escenario mexicano. En octubre de 1992, el Teatro de la Ciudad recibió a este cantautor español que, con una juventud evidente pero una claridad absoluta de lo que sería su carrera, logró su primera victoria en nuestro país y, 27 años después, Sanz volverá a la CDMX el 7 de noviembre en el Foro Sol, para estar frente a un público que lo ha visto crecer y que ha crecido con él acompañado por su música.

Sanz afinaba en Miami los detalles previos al arranque de su gira por Estados Unidos, pero guardó unos minutos para hablar en exclusiva con Excélsior, en una charla  en la que el pasado, el presente y el futuro fueron una constante.

Ya pasaron casi 30 años desde que Viviendo de prisa se dio a conocer, ¿qué has aprendido en estos años?
Profesionalmente he aprendido muchas cosas. Ayer alguien me decía que si haces la misma cosa diez mil horas, ya te conviertes en un experto, no sé si bien o mal, pero seguro es así (risas). He aprendido a tomarme las cosas con más tranquilidad, a ser muy pulcro en lo que hago, a ser muy fiel en mis ideas y a siempre dar lo máximo tanto en mis discos como en los escenarios. Y a nivel personal, he aprendido a hacerme amigo del tiempo, a no pretender detenerlo y a intentar vivir la vida con toda la intensidad del mundo, con la única intención de ser feliz y de dejar una huella lo más bonita posible.

En estos años te ha tocado vivir y entender los cambios en la industria musical pero ¿qué es lo que más extrañas de cómo era en el inicio y qué valoras más de esta nueva era?

Añoro el ritual que era escuchar un disco. Lo comprabas, lo abrías, escuchabas todas las canciones, una detrás de otra. Ahora se consume la música muy a la ligera, se escuchan canciones sueltas, no existe ya el tiempo dedicado a escucharlo. Lo que más valoro de la actualidad es que nunca se ha escuchado tanta música como ahora. Como artista llegas a cualquier rincón del mundo sin necesidad de una maquinaria de promoción como antes, por ejemplo, yo tenía que pasar tres meses en México haciendo promoción y tenía que estar de siete de la mañana a 12 de la noche todos los días, completamente explotado (bromea), pero era así, se trabajaba de otra manera, había que estar físicamente en las radios, en la televisión… y ahora todo se hace a otra velocidad.

Hablando de México, tu primera vez en un escenario fue en un teatro con capacidad para  mil 200 personas, ahora por segunda vez estarás en el Foro Sol, ¿qué diferencia encuentras entre ese Alejandro de los teatros pequeños y del Alejandro de los conciertos masivos?
Pues no sé, comí demasiados taquitos (risas). En ese aspecto creo que en su momento lo hicimos bien, escalamos posiciones y no fuimos a donde nos correspondía. Comenzamos con ese teatro pequeño del que tengo ahora grandes recuerdos, porque era la forma de examinarte y probar quién eras. Había que empezar así e ir escalando hasta poder llegar a un Foro Sol. Me da mucha ilusión regresar ahí, pues es un lugar que permite hacer un tipo de producción que a lo mejor en un Auditorio Nacional, en el que toqué casi 50 veces, no es posible hacerlo. Todo tiene su momento y ahora es el momento de estar ahí.

En estos años también se han sumado buenos amigos. Camila Cabello, Residente y Nicky Jam forman parte de #ElDisco y durante la gira en España, siempre hubo alguien acompañándote en el escenario. ¿Qué significan estos nombres para ti?
En cuanto un artista es más grande, también es más humilde, más fácil y más accesible. Hay artistas que cuando no se sienten seguros muestran su inseguridad pretendiendo ser algo que no son. Trabajar con gente como Camila, Pablo Alborán o Shakira, me enseña a que pueden ser muy detallistas u obsesivos con el trabajo, pero son muy profesionales y afectivamente accesibles. Me siento muy querido por mis compañeros, siempre han sido muy generosos conmigo y yo trato de serlo también.

Fuente: Excelsior, nota original: LINK