Italia amenazó con impedir la entrada a sus puertos de los buques con bandera extranjera que transportan migrantes rescatados en el Mediterráneo como respuesta a la oleada incontrolable de llegadas, informaron este miércoles fuentes del Gobierno

El Telégrafo

«No se puede seguir así», aseguró a la AFP una fuente cercana al gobierno.

El representante de Italia ante la Unión Europea, Maurizio Massari, se reunió en Bruselas con el comisario europeo para las Migraciones, Dimitri Avramopoulos, para entregarle una carta en la que Italia explica que con la llegada masiva de migrantes en los últimos días, «la situación se ha vuelto inmanejable».

Unos 10.200 migrantes fueron rescatados entre el domingo y el martes frente a las costas de Libia, 5.000 tan solo el lunes, según datos oficiales.

Los guardacostas italianos, que coordinan las operaciones de rescate en el Mediterráneo, explicaron que numerosos barcos extranjeros, varios de ellos fletados por organizaciones no gubernamentales, participan en esas operaciones.

Los migrantes son transportados a puertos italianos, de donde suelen ser repartidos a los varios centros de acogida de la península, que se encuentran saturados.

«Si continuamos así, la situación será muy difícil de manejar, incluso para un país grande y generoso como el nuestro», reconoció el presidente de la República, Sergio Mattarella desde Canadá.

Italia se queja desde hace varios años de la política pasiva de la Unión Europa (UE) frente a la grave crisis migratoria causada por los conflictos en Medio Oriente y África.

Las autoridades de Italia piden a la UE mayor solidaridad de cara a un fenómeno que afecta a todos los países y en particular a aquellos más al sur.

Según el Ministerio del Interior de Italia, unas 73.300 migrantes llegaron al país desde el comienzo del año, más del 14% con respecto al mismo período en 2016.

Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), poco más de 2.000 personas murieron o desaparecieron en lo que lleva el 2017 al intentar cruzar el Mediterráneo.

Fuente: El Telégrafo