La posibilidad de sufrir un desabastecimiento llevó este lunes a decenas de ecuatorianos a hacer fila ante los supermercados de Manta, una de las urbes más golpeadas por el terremoto de magnitud 7,8 registrado este sábado.

La ciudad, que trata de sobreponerse al devastador sismo, que deja 413 muertos en el país, 95 de ellos en Manta, comienza a acusar un aumento de los precios en productos básicos como el agua, que ha llegado a quintuplicar su valor.

A ello se suman las denuncias de ciudadanos que sostienen que las pequeñas tiendas permanecen cerradas o han sido saqueadas, por lo que los grandes supermercados se han convertido en la única opción para la mayoría de la población, según pudo constatar Efe.

Las puertas están vigiladas desde hoy por policías que colaboran con miembros de seguridad privada del establecimiento para evitar altercados, una circunstancia que contribuye a dar tranquilidad a quienes esperan para comprar.

«Venimos aquí al comisariato (supermercado) más grande porque están legalizados y resguardados por la Policía, porque no hay saqueos», dijo a Efe Rober Paucara, residente en Manta.

La situación es muy diferente en los pequeños comercios de la zona hotelera de Tarqui, el sector de Manta más afectado por el terremoto y donde, aseguró Paucara, hay robos.

Este ciudadano afirmó que ya «hay escasez» porque se está «limitando el agua y las raciones de comida» y en los supermercados «venden poco».

Uno de los miembros de la seguridad privada del establecimiento explicó a Efe que en determinados productos no precisados se limita la compra a una unidad para no provocar desabastecimiento, aunque muchos consumidores ya van preparados para coger solo lo esencial.

«Estoy comprando unas cosas para medio comer, para no comer mucho tampoco porque no sabemos si mañana o pasado esto sigue», comentó a Efe Rodolfo Chávez, que abandonó el lugar cargando dos bidones de agua.