Ellas celebran hoy su día en medio de clamores de igualdad en el hogar y en el aspecto laboral. Existe la urgencia de reconocer que siguen teniendo la responsabilidad de una doble jornada.

El Telégrafo

El día de Amparito (48 años) empieza a las 05:00. Prepara el desayuno para ella y su esposo antes de ir a trabajar, al mismo tiempo hace algo de almuerzo para sus jóvenes hijas que salen más tarde a la universidad. De 07:00 a 15:00 cumple su jornada laboral como docente en un centro educativo privado, en Guayaquil.

Luego de eso regresa a su casa para seguir con el trabajo del colegio, preparar la merienda y hacer alguna otra actividad en el hogar hasta las 23:00, hora a la que va a descansar hasta el siguiente día. Esa es su rutina de lunes a viernes.

Realiza cada tarea familiar con agrado, pero quiere de su familia más colaboración para poder cumplir con otras metas profesionales. “Una trata de cumplir todos los roles, pero se cansa por las responsabilidades del trabajo y las que hay que seguir realizando en casa”.

En Ecuador existen 3’735.915 madres, según datos publicados por el INEC, con base en encuestas realizadas entre 2012 y 2014. Amparito es el estereotipo de la progenitora actual, aquella profesional o no que trabaja dentro y fuera de casa, que carga con la mayoría o todas las tareas del hogar y el cuidado de los hijos y que, además, aporta al hogar con los ingresos económicos que gana.

Detrás de ese rol de madre que hoy celebra su día y que todos los días se pone el traje de ama de casa, el de profesora para ayudar sus hijos en las tareas, el de enfermera cuando alguien de la familia enferma, o el de la profesión u ocupación que realiza, está una mujer que demanda igualdad de género y oportunidades para ser más productiva en el campo laboral.

“No es justo que nosotras hagamos el 90% de las tareas del hogar y los hombres, con el pretexto de que traen el dinero a la casa no hagan casi nada”, expresa Ana M. una comunicadora de 48 años que labora en una escuela, casada y madre de una niña de 6.

Amparito y Ana no se conocen, pero viven situaciones similares. Ellas son 2 de las 156 progenitoras, de 25 años en adelante, a quienes SÉPTIMO DÍA consultó qué quieren para su vida en el hogar y en el aspecto laboral.

De 83 madres trabajadoras entrevistadas (al menos el 85% profesionales), que también son amas de casa que realizan labores dentro del hogar, 48 aspiran a tener un emprendimiento y 35 mayores posibilidades de crecimiento laboral. Del total, 8 de cada 10 demanda de su familia equidad en las actividades domésticas.

En cambio, de otras 73 amas de casa encuestadas, 46 demandan más equidad en las tareas de la casa, 23 quieren más afecto y 4 dijeron que no necesitaban ayuda en esas labores o que sí la tienen. Además, en este grupo, 7 de cada 10 quiere tener un emprendimiento. Las mujeres, en general, dedican en promedio 4 veces más tiempo al trabajo no remunerado, en comparación con los hombres.

Son 18 horas semanales más en las tareas del hogar, según datos proporcionados por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

Gisela Raymond, comunicadora y académica de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte de Guayaquil, opina que existe la urgencia de reconocer que las mujeres y madres siguen teniendo la responsabilidad de una doble jornada. “Después del horario de trabajo continuamos entregando energía en nuestro hogar.

Y cuando hay que escoger nuestra opción es la familia. Por ello no hay muchas mujeres en los puestos gerenciales”. Mediadoras entre el mundo y la familia Gisella Párraga, educadora y coordinadora de la Unidad de Vinculación a la Sociedad de la universidad Ecotec, explica que el rol de las madres en estos tiempos es el de mediadoras entre el mundo y la familia: saber equilibrar el tiempo, mantener la armonía y sentirse a gusto consigo misma.

No obstante, destaca que el desafío es encontrar el balance, así como su emancipación. “Considero que las madres de este siglo queremos hacerlo todo, al mismo tiempo y bien hecho. Entonces nos exigimos de tal manera que nos llegamos a olvidar de nosotras o a no disfrutar del proceso”.

Como mamá académica, siempre está actualizándose y estudiando. Por eso “es muy común que lleguemos a la casa a seguir leyendo o a revisar ensayos o tesis. No lograr el éxito en lo familiar o profesional nos angustia”, expresa.

Considera que enseñar y aprender con amor es clave para repartir las tareas del hogar desde que los hijos son pequeños, teniendo en cuenta sus capacidades y posibilidades, ya que a medida que crecen sus responsabilidades van a la par, con el acompañamiento de los padres.

“Yo soy de las mamás que gustan de tableros claros y visibles para que ellos vean una organización que no solo servirá para realizar las tareas del hogar, sino que los ayudará en la vida para que gocen de independencia, respeto y felicidad”. El psicólogo Geovanny Polo reconoce que en la mayoría de casos no existe equidad en el reparto de las tareas del hogar, como piden las madres.

“Es escasa la colaboración del hombre en el cuidado de los hijos, ya que en nuestra sociedad machista esas actividades son vistas como deberes de las mamás y muchos de los que las desempeñan aún son ridiculizados”. Las madres trabajadoras tienen una gran carga que no es únicamente laboral.

“Además de tener un trabajo de 8 o más horas, cuando llegan a casa cumplen varios roles relacionados con la casa y los hijos. Revisan tareas, asisten a reuniones del colegio. Por eso, los quehaceres domésticos deben ser una labor compartida por la pareja y los hijos”.

Es lo que practica e inculca Enrique E. a sus 4 hijos. Este profesional de 46 años no tiene problema en llegar a casa, después de su trabajo, a preparar la merienda o lavar los platos. “Desde pequeño aprendí a realizar estas actividades y con mi esposa hemos enseñado a nuestros niños que no existen roles.

Todos cocinamos lavamos platos o limpiamos la casa”. Menos oportunidades de contratación y ascensos Como director de la Asociación de la Red de Talento Humano del Ecuador, Polo afirma que el cuidado de los hijos es un punto que juega para muchas empresas a la hora de contratar a mujeres que son madres.

“Aún pasa por la mente de muchos empleadores, preguntar a la aspirante si es casada y tiene hijos, ya que existe la idea de que esto resta tiempo al trabajo. Es una actitud discriminatoria, contra la que se debe luchar cada día”.

Esto ocurre, pese a que el Ministerio de Trabajo emitió en junio 2017 la normativa para la Erradicación de la Discriminación en el Ámbito Laboral. Párraga coincide que en el plano laboral las madres son menos consideradas para ascensos por razones biológicas y culturales que pueden derribarse con la educación en clase y en casa.

“Nos embarazamos y esto conlleva un sinnúmero de situaciones que pueden afectar el ámbito laboral. Vivimos en un mundo dominado, patriarcal en su mayoría”. Sin embargo, destaca lo oportunidad de crecimiento que le dio la academia.

Fuente: El Telégrafo