Al grito de "libertad" y sin distancia social, más de 2.500 personas se reunieron este domingo en el centro de Madrid para protestar contra el uso obligatorio de mascarillas y contra la que califican como "falsa pandemia" de coronavirus.

Los manifestantes sostenían pancartas en las que se podía leer: «El virus no existe», «Las máscaras matan» y «No tenemos miedo».

La manifestación atrajo a una variedad de asistentes, incluidos teóricos de la conspiración, libertarios y antivacunas.

Los militantes antimascarilla tienen un punto en común: creen que las autoridades están violando sus derechos.

Para los expertos, además, tienen mayor presencia entre los electores de extrema derecha o de extrema izquierda, por su desconfianza hacia el Estado o la autoridad en general.

Entre los grupos antimascarilla se incluyen teóricos de la conspiración, libertarios y antivacunas.

Pilar Martín, ama de casa de 58 años, dijo que había ido a Madrid desde Zaragoza para la manifestación porque creía que los gobiernos de todo el mundo estaban exagerando la cantidad de infecciones para frenar las libertades de las personas.

«Nos están obligando a usar una mascarilla, quieren que nos quedemos en casa prácticamente encerrados. Es obvio que nos están engañando continuamente hablando de brotes. Todo es mentira», le dijo a la agencia AFP durante la protesta.

Individualismo

Los grupos antimascarilla comenzaron a aparecer en manifestaciones contra las medidas de confinamiento en Estados Unidos, y después se extendieron por Alemania -donde una manifestación con partidos de extrema derecha y movimientos de extrema izquierda reunió a 15.000 personas-, Canadá, Reino Unido y Francia.

Manifestante en Berlín con una mascarilla en la frente en la que se lee: «Mentira de la pandemia».

Para el sociólogo David Le Breton, la negativa de algunos a usar la mascarilla es una nueva señal del creciente individualismo.

«La paradoja es que la libertad defendida por los antimascarilla es, en realidad, la libertad de contaminar a los demás», le dijo Le Breton a la periodista Daniela Fernandes en un reportaje para BBC Brasil.

«Es producto de la desvinculación cívica, una de las señas de identidad del individualismo contemporáneo», agregó.

Movimiento heterogéneo y de extremos

Para Tristan Mendès France, especialista en culturas digitales, el movimiento antimascarilla es heterogéneo, formado por personas que no tienen las mismas preocupaciones ni el mismo discurso contra el uso de las mascarillas.

«Hay partidarios de teorías de la conspiración, independientemente de su tono ideológico, y personas que tienen una agenda ideológica, más ligada a la extrema derecha», le dijo Mendès France a Fernandes.

Muchas ciudades europeas, como Paris, decretaron obligatorio el uso de la mascarilla en lugares públicos.

Por su parte, Jocelyn Raude, profesor de psicología social en la Escuela de Altos Estudios en Salud Pública en Francia, considera que los antimascarilla «están más presentes entre los electores de extrema derecha o de extrema izquierda», le dijo a BBC Brasil.

«Hay en esa actitud una manera de desobedecer a un gobierno que ellos no aprueban o de expresar una relación de desconfianza más amplia en relación al Estado y a la autoridad en general».

Entre los grupos de defensa del profesor Didier Raoult, un infectólogo francés que ha realizado estudios controvertidos sobre la hidroxicloroquina, un fármaco que según Raoult sería eficaz para tratar el covid-19, hay innumerables personas en contra del uso obligatorio de mascarillas y también contra las vacunas.

Aunque la hidroxicloroquina se ha sometido a algunos estudios en el contexto del brote de coronavirus, hasta ahora «no hay evidencia de buena calidad» que demuestre que sea eficaz contra el covid-19, advirtió la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Nota Original: El Universo – LINK