La filmación del largometraje ecuatoriano Minuto Final, rodado íntegramente con drones está lleno de anécdotas y escenarios que vistos desde arriba lucen distinto y aportan la fotografía que exige la trama del thriller policial a estrenarse en las salas de cine de Guayaquil, Daule y Samborondón este viernes 3 de agosto. También estará disponible en Quito, Cuenca, Manta y Portoviejo.

La noche del miércoles actores como el protagonista Ricardo Velasteguí (Leonardo) y Noralma Reeves (Vero), de quien solo se escucha la voz aunque tiene una importante participación en la historia, vieron por primera vez la película en el preestreno al que acudieron los actores, el director y equipo de producción.

Es la primera película grabada totalmente con drones en el mundo, asegura su director, Luis Avilés, un joven realizador que basa su afirmación en una indagación hecha por internet. Se usaron tres tipos de drones entre los que incluyeron dispositivos de carreras para las escenas de mayor vértigo.

La primera se desarrolla en las rieles de tren en medio del campo y da una sensación de mareo al espectador que en poco tiempo se adapta a la técnica y la disfruta como un elemento más de la trama de acción grabada en 16 días, pero que tomó más de un año de posproducción y promoción.

En el largometraje se estrenan como actores de cine Velasteguí, Ariel Zooler y Reeves, quien confiesa que le fue extraño escucharse. Su papel es de una agente destinada al control de cámaras de ojos de águila quien colabora con Leonardo, un policía honesto que se niega a plantar droga a un empresario, descubre a un superior corrupto y eso lo involucra en procesos judiciales y un crimen planificado para acabar con su vida.

Las escenas de acción y la conexión de Leonardo con su hermano, encarnado por Zooler, además de actuación de David Saavedra como Cráneo, un avezado delincuente, mantienen la atención en un argumento hilado que aporta descubrimientos a lo largo de la trama, musicalizada por el grupo Boddega que ganó popularidad en el Guayaquil de los años 70.

Y obtener la licencia de uso de los temas de Bodega no fue sencilló. A Avilés los integrantes del grupo lo veían como «un muchachito insistente», al que hicieron esperar en una ocasión hasta cinco horas, a quien después de muchos intentos al fin atendieron y se dejaron cautivar por el proyecto que ahora aplauden.

El estar grabada con drones significó que las voces de muchas escenas deban incluirse o repetirse luego de rodadas para eliminar el ruido de los aparatos electrónicos. Más del 90% del thriller se filmó en exteriores: Milagro, Durán y Guayaquil. El desfile estudiantil del 25 de Julio del año pasado fue uno de los mayores desafíos. Programaron hacer el trabajo en menos de una hora porque les dijeron que terminaba en ese tiempo.

En realidad el desfile se extendió por dos horas más por lo que pudieron repetir algunas escenas para editar las mejores.

Al ser una actividad real y la grabación no hacerse con cámaras tradicionales se ganó naturalidad porque más allá de que algunos notaron drones volando, la gente no se percató de la filmación, pero eso amenazó la actuación de Cráneo al que en la realidad (no se observa en el filme) acusaban de dañar el desfile y hasta amenazaron con sacarlo. El ver correr a un Leonardo, armado, también causó temor en los asistentes a la actividad festiva que sin saberlo fueron «extras» del Minuto final.

La apuesta de estos actores, en su mayoría con experiencia en teatro, debió buscar financiamiento privado y propio. El reto ahora es mantenerse el mayor tiempo posible en las salas de cine y para descubrir lo que ocurre con Leonardo, su hermano y los antagonistas hay que verla.

Fuente: El Universo