Cuba se prepara para el histórico relevo de Raúl Castro, quien dejará en una semana la Presidencia pero mantendrá el control sobre el gobernante Partido Comunista, para guiar a su sucesor y ayudarlo a convivir con los círculos de poder en la isla.

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Tras el triunfo de la revolución de 1959, Fidel Castro fue designado primer ministro, mientras que la presidencia la asumió Manuel Urrutia y luego Osvaldo Dorticós hasta 1976.

Ese año, luego de una reforma constitucional, Fidel fue elegido presidente por la Asamblea Nacional. En 2006, enfermo, entregó la batuta a su hermano menor. Fidel Castro murió a fines de 2016 y ahora Raúl, de 86 años, cederá su asiento a un representante de la nueva generación.

El sucesor será nombrado el 19 de abril, también por la Asamblea Nacional, ratificada en marzo por la ciudadanía. Se trata “no solo de un relevo generacional sino también del fin inevitable del modelo carismático de ‘Fidel al timón’, reformado pero no abandonado por su hermano menor”, consideró el analista cubano Arturo López-Levy, profesor de la Universidad de Texas Rio Grande Valley.

Aunque todavía no se confirma la identidad del heredero, su currículum será menos extenso que el de sus predecesores. Por primera vez en décadas el presidente cubano no llevará el apellido Castro, no formará parte de la generación “histórica” de la revolución de 1959 y no vestirá uniforme militar.

Y será la primera vez que la jefatura del gobernante y único Partido Comunista de Cuba (PCC) y el liderazgo del país sean ejercidos por personas distintas.