El giro noticioso se dio a las 2:40 del miércoles 09 de noviembre, cuando un periodista de la CNN confirmó lo que se venía afirmando como una realidad a lo largo de las últimas horas: Donald Trump, el candidato republicano, es el nuevo Presidente de los Estados Unidos.

EFE

A esa hora, de forma extraoficial, informaba que la candidata demócrata, Hillary Clinton, había llamado a Trump y le había felicitado por la victoria. Mientras esto se anunciaba, las pantallas de las cadenas internacionales señalaban que el republicano tenía 268 delegados, tan solo dos menos que el límite señalado para proclamar al vencedor de la contienda electoral.

Diez minutos después, Trump subía al escenario adecuado en el Hotel Hilton, en Nueva York, en medio de una emotiva canción y los gritos de sus partidarios: “USA (yu-es-ei)”. “Acabo de recibir la llamada de Clinton, y nos felicitó por la victoria. Yo la felicité por la campaña dura y peleada. Hillary trabajó duro por mucho tiempo y le debemos gratitud por su servicio”, mencionó. Eran las 2:50 y con estas palabras el Presidente electo comenzó su discurso de aproximadamente 15 minutos. Atrás quedaron, aparentemente, sus palabras que señalaban que su rival demócrata debería estar en prisión y que será investigada.

En este momento también quedaron atrás los 512 días que transcurrieron desde que el magnate Trump anunció su candidatura y la polémica generada con sus encendidos discursos en contra de los migrantes y los latinos. “Estados Unidos debe sanar sus heridas. Es hora que nos unamos como un solo pueblo (…) Seré Presidente de todos. A los que no votaron por nosotros, les pido que trabajemos juntos y unificar nuestro gran país”, señaló como preámbulo de lo que aparentó ser un discurso conciliador. Para el momento en que pronunciaba estas palabras, la cifra de delegados alcanzados por Trump ya rondaba los 288, superando ampliamente la frontera electoral.

El magnate cuya fortuna es de 3.700 millones de dólares y con deudas que llegan a los 1.130 millones de dólares, según los datos de 2016 de la revista Forbes, delineó en su discurso algo de su plan económico con corte nacionalista. “Renovaremos el sueño americano (…) Debemos recuperar el destino de nuestro país”, remarcó. Y delineó algunos puntos de su plan de trabajo: impulsar los proyectos de los estadounidenses, duplicar el crecimiento de la economía, convocar a los más brillantes y llevarse bien con todas las naciones que estén dispuestas a ser recíprocos, dejando de lado las hostilidades.

A esto agregó un punto clave: impulso a la inversión en infraestructura nacional, una receta aplicada desde hace algunos años por los países de orientación socialista en América Latina, como Ecuador y Bolivia. Trump señaló que van a reconstruirla y que convocarán a millones de estadounidenses a trabajar en ellas. En este contexto, el ahora Presidente electo de los Estados Unidos señaló, entre líneas, que está dispuesto a quedarse más de un período presidencial, al señalar que este día será histórico, “pero para que sea realmente histórico tenemos que hacer un gran trabajo. Les prometo que no los voy a decepcionar (…) y espero que al final de dos, tres, cuatro o tal vez incluso ocho años, ustedes digan que se sintieron orgullosos de hacerlo”.

De los aproximadamente 15 minutos del discurso, alrededor de seis minutos los dedicó a agradecer a sus familiares, apoyos políticos e incluso a los servicios secretos. “Son duros y son inteligentes y no quiero meterme en problemas con ellos. Quiero agradecer al servicio secreto”, dijo.

Un hecho curioso de la jornada es que tras el anuncio de la victoria de Trump, sobrevinieron algunos movimientos políticamente sísmicos. Por un lado, los recintos demócratas estaban ya vacíos, un movimiento que empezó incluso minutos antes del anuncio de que Hillary Clinton llamó a Trump, cuando el director de campaña de la candidata, John Podesta, acudió a la sede de dicho partido para pedir a sus miles de simpatizantes que se vayan a dormir porque esa noche Clinton no iba a hablar.

Por otro lado, la onda expansiva del triunfo republicano alcanzó a las bolsas de valores de todo el mundo. El Ibex, de la Bolsa de Madrid, inició la jornada del miércoles con caídas del 3,8 por ciento, llegando a los 8.595 puntos, lo que medios como Expansión califican como “su peor jornada desde el Bretix”, haciendo referencia a la que vivieron tras los resultados del plebiscito en el que la población inglesa decidió que su país debía salir de la Unión Europea, en junio pasado, cuando cayó en un siete por ciento. Y el rastro de la elección de Trump contagió a otros países en cuestión de minutos: la Bolsa de Tokio y su índice Nikkei registraron una drástica baja y cerró este día con una caída del 5,36 por ciento; el CAC-40 de la Bolsa de París cayó en 2,86 por ciento; el DAX-30 de Fráncfort descendió en 2,9%; Milán bajó en un tres por ciento… La única excepción es la Bolsa de Moscú, que abrió al alza del 1,17 por ciento.

Paralelamente, las cotizaciones de algunas monedas experimentaron problemas. Así, el valor del euro aumentó respecto al dólar, al pasar de 1,10 euros por dólar a 1,13. En cambio, el peso mexicano, país vecino de los Estados Unidos, perdió valor respecto al dólar, al pasar de un tipo de cambio de 18,25 pesos por dólar, registrado el martes, a los 20,73 pesos cotizados al inicio de este día.

De esta manera, entre mensajes conciliadores y efectos en las finanzas del mundo, terminó una jornada electoral en la nación norteamericana, un día que marca el inicio de un período de expectativas e interrogantes sobre el futuro de dicho país y de la región. La duda empezará a despejarse el 20 de enero de 2017, cuando Donald Trump ingrese formalmente a la Casa Blanca y se convierta en el Presidente Nro. 45 de los Estados Unidos.