El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estará este viernes en un barrio predominantemente cubano de Miami para anunciar su plan de enfriar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, frenando otro aspecto clave del legado del expresidente Barack Obama.

EFE

Trump propondrá la aplicación estricta de las excepciones que permiten los viajes entre Estados Unidos y Cuba y prohibirá el comercio con empresas cubanas propiedad de los servicios militares y de inteligencia de la isla, según los documentos proporcionados a CNN.

Trump también encomendará al secretario de Estado, Rex Tillerson, convocar un grupo de trabajo sobre la expansión del acceso a internet en la isla y reiterará la oposición de Estados Unidos a los esfuerzos de las Naciones Unidas para levantar el embargo a Cuba hasta que se haga más para cumplir con los derechos humanos.

Se trata del último intento de Trump para socavar el legado de su predecesor.

A principios de este mes, el presidente anunció que dejaba el acuerdo climático de París, un acuerdo en el que Obama trabajó en su segundo mandato. Y Trump ha hecho de la derogación del Obamacare, la ley de salud del expresidente, una de sus principales prioridades.

Trump se ha involucrado personalmente en este proceso, dijeron varios ayudantes, agregando que el presidente cree profundamente que los cambios que Obama anunció en 2014 son un «mal acuerdo para Estados Unidos y un mal acuerdo para el pueblo cubano».

«No ha dado lugar a una mayor libertad en Cuba», dijo un funcionario.

Tillerson dijo que el cambio en las relaciones se debe, en parte, a que «Cuba no ha logrado mejorar su historial de derechos humanos».

Las acciones, sin embargo, están lejos de ser una reversión completa de la política de Obama.

Las embajadas en Washington y en La Habana permanecerán abiertas, dijeron fuentes a CNN, y los viajes y las remesas no se verán afectados. Los republicanos cercanos al plan piensan que algunos en la comunidad cubano-estadounidense anticastrista pueden resultar decepcionados porque la nueva política no va lo suficientemente lejos.

«(La nueva política) es bastante débil», se quejó una fuente de la oficina de un legislador cubano-estadounidense.

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Altos asesores de Trump y funcionarios de seguridad nacional se han reunido durante semanas sobre Cuba, dijeron las autoridades, en busca de concretar hasta qué punto el presidente republicano quería endurecer las relaciones con la nación comunista.

Trump, según los funcionarios, condena el régimen de Castro por abusos de derechos humanos contra activistas pacíficos y manifestantes y se espera que demande la extradición de Assata Shakur, una exmiembro del Partido Pantera Negra, quien fue condenada por el asesinato de un policía estatal de Nueva Jersey.

«Nuestra política es la de concentrar nuestros esfuerzos en ayudar al pueblo cubano, no al enriquecimiento de los militares cubanos», dijo un alto asesor, señalando implícitamente que ese fue el resultado de la política de Obama.

Se espera sobre todo que el mayor afectado sea GAESA, el ala de negocios de los militares cubanos. La empresa está dirigida por el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno del presidente cubano Raul Castro.

Y en los viajes de estadounidenses no cubanos, los cambios permitirían al Departamento del Tesoro auditar a aquellos que viajan bajo las categorías permitidas por la administración Obama. Esto podría reducir potencialmente el número de viajes.

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Obama, después de años de trabajo clandestino con el régimen de Castro, anunció en 2014 que Estados Unidos restablecería las relaciones diplomáticas con Cuba, lo que incluiría la reapertura de la embajada de Estados Unidos en La Habana, cerrada en 1961 después de la revolución cubana. En 2016, Obama fue el primer presidente en visitar la isla en más de 50 años.

Las acciones de Obama permitieron a más estadounidenses viajar a Cuba, lo que llevó a las compañías aéreas de Estados Unidos a establecer vuelos comerciales directos y a los cruceros a atracar en la isla. El deshielo también permitió a los estadounidenses llevar más bienes desde la isla.

La decisión de Trump de hacer retroceder algunas de estas medidas ha enfadado a exayudantes de Obama, entre ellos Ben Rhodes, quien dirigió el esfuerzo por aliviar las tensiones con el régimen de Castro.

«Trump no se preocupa por los derechos humanos en ningún lugar. Cita la preocupación por los derechos humanos en Cuba y el principal grupo de derechos humanos se opone a como actúa», tuiteó Rhodes el martes, señalando que el grupo Human Rights Watch dijo que revertir las acciones de Obama «no van a mejorar el respeto por los derechos humanos en la isla».