Aunque la quema de un monigote que simboliza el Año Viejo se da en varios países de la región, la representación de las viudas (hombres que se visten de mujer durante el 31 de diciembre para recolectar el dinero que se usará en la incineración del muñeco) es única en el territorio nacional.

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El historiador Enrique Ayala Mora indica que en el país esta práctica tiene características particulares. Por ejemplo, únicamente aquí existe el velorio del año que finaliza, con las viudas incluidas.

Otra de las tradiciones, exclusivamente ecuatoriana, es la elaboración del testamento. Además, en otros lugares el Año Viejo es únicamente la figura de un anciano, mientras que en Ecuador el monigote es una sátira y casi siempre una imitación de algún personaje político.

El historiador asegura que esta tradición existe desde el siglo XIV y ha evolucionado en la forma de elaboración de los monigotes, pues los recursos tecnológicos que hoy existen permiten que sus conceptos sean innovadores. La costumbre está popularizada en todo el país.

En la zona andina los monigotes son construidos con ropa vieja y rellenos de papel periódico o aserrín y llevan una careta o máscara con la cara del personaje escogido para quemar.

En la región costera los monigotes son más elaborados, construidos de cartón o goma y pintados con las características del personaje que representan.

La noche del 31 son expuestos en las puertas del las casas con los famosos testamentos, los cuales contienen las cosas que deja el año viejo al año venidero.

A la medianoche se inicia la quema. El objetivo es despedir el año acabando con todo lo malo que pudo pasar durante ese periodo y abrigando la esperanza de que el nuevo año llegue cargado de energías positivas.

Fuente: El Telégrafo, nota original aquí: LINK