La Organización Mundial de Salud (OMS) calificó a la depresión como una “pandemia silenciosa”, que afecta a aproximadamente 280 millones de personas en el mundo. Esta enfermedad, puede causar sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares.
En el peor de los casos, puede llevar a un suicidio. La OMS estima que cada año se suicidan más de 700 mil personas, siendo la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.
La pandemia por el Covid-19 ha agravado este panorama. Las restricciones, un constante estado de alarma y preocupación por las muertes y contagios, ha permitido que la ansiedad y la depresión prevalezca en la población.
Los síntomas más frecuentes de esta enfermedad son: pérdida de interés, dificultad de concentración, tristeza patológica, sentimiento de culpa, falta de energía, entre otros.
Pese a que hay tratamientos conocidos y eficaces contra los trastornos mentales, más del 75% de personas de los países de ingresos bajos y medianos, no recibe tratamiento alguno.
Usualmente, las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental, no son correctamente diagnosticadas. Mientras que, los que no padecen un trastorno, a menudo son diagnosticados erróneamente y tratados con antidepresivos. Para una persona que sufre esta enfermedad, es importante sentir el apoyo y acompañamiento de sus familiares.
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