El Síndrome de Down no es una enfermedad, como la mayoría cree, es una condición humana producto de una alteración genética provocada por la existencia de material genético extra. Lo normal es que las personas al nacer tengan 46 cromosomas, pero en el caso de los recién nacidos con este síndrome, este número es mayor. No existe una explicación para esto, pero se sospecha que puede deberse a un proceso de división defectuoso que causó un cromosoma más, llamado trisomía 21. Uno de cada 1 100 recién nacidos lo tienen.
La consecuencia más evidente de esta condición es un desarrollo incompleto a nivel cerebral, que causa discapacidad intelectual y algunos trastornos físicos que podrían afectar al sistema digestivo e incluso, llegando a causar daños en el corazón.
Ahora, la calidad de vida de las personas con Síndrome de Down ha mejorado notablemente. A principios del siglo XX, se esperaba que vivieran menos de 10 años. Ahora, cerca del 80% de los adultos que lo padecen superan los 50 años. Un estudio demostró que la calidad de vida y la salud de quienes sufren este trastorno genético mejora al satisfacer sus necesidades sanitarias, entre las cuales se incluyen chequeos regulares para vigilar su desarrollo físico y mental, además de una intervención oportuna, ya sea con fisioterapia, educación especial inclusiva u otros sistemas de apoyo.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó el 21 de marzo como una fecha para recordar las valiosas contribuciones de las personas con discapacidad y resaltar la importancia de su autonomía e independencia individual, en particular, la libertad de tomar sus propias decisiones.
Es importante entender el verdadero significado de la palabra inclusión, como una oportunidad para que la comunidad Down comparta ideas, experiencias y conocimientos, y así, reivindicar su igualdad de derechos y crear una inclusión real en la sociedad.
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