El lugar elegido por Melchor, Gaspar y Baltasar fue la Escuela Militar de Caballería, uno entre el centenar de refugios sobre los que se levantan decenas de frágiles casetas de chapa y madera que alojan a los damnificados desde el mes pasado, cuando el río Paraguay anegó sus barrios y obligó a desplazarse a cerca de 100.000 personas.
Como corresponde a la naturaleza militar del refugio, los tres reyes llegaron a la academia subidos a caballos para luego, con ayuda de voluntarios, repartir entre los pequeños muñecas, pelotas, coches y hasta camisetas de la selección paraguaya de fútbol.
«Los Reyes me trajeron una muñeca. Estoy muy contenta de que hayan venido hasta acá», dijo a Efe Sofía, de siete años, que vive en el refugio desde que comenzaron las inundaciones y por tanto ha pasado aquí la Navidad.
Pese a los regalos, la ilusión y lo emotivo de la jornada, la precariedad es la característica común de todas las pequeñas casas de planchas de madera y chapa instaladas en este refugio, donde los niños alivian el intenso calor en pequeñas piscinas inflables, mientras los adultos cocinan en hornillos de carbón o lavan la ropa en alguna de las escasas canillas de agua disponibles.
Y es que aunque en el refugio las familias están a salvo de la crecida de las aguas, el lugar carece de un sistema cloacal y de una eficaz recogida de residuos, según manifestó a Efe David Samudio, pediatra que integró la comitiva de los Reyes Magos para atender las consultas de algunos pequeños.
«Falta un ambiente en correctas condiciones sanitarias. Los baños son cabinas portátiles compartidas entre mucha gente y sin red cloacal. Hay mucho hacinamiento, a veces en una sola habitación conviven dos familias enteras», expuso.
Estas condiciones higiénicas facilitan que los pequeños contraigan enfermedades gastrointestinales, dermatológicas o respiratorias, y el hacinamiento contribuye a su propagación, según Samudio.
Por eso, además de traer juguetes, los Reyes vinieron con un autobús-farmacia cargado de medicamentos y vacunas contra diferentes enfermedades.
El pediatra insistió en la necesidad de educar a los promotores de salud de barrios y refugios en «prácticas sencillas de prevención, como el lavado de manos», para evitar el riesgo de que ciertas enfermedades se conviertan en epidemias.
Por su parte, personal del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (Senepa) recorrió el refugio para retirar residuos y detectar y eliminar posibles criaderos del mosquito «Aedes aegypti», vector de enfermedades como el dengue o el chikunguña.
Desde que el pasado mes de diciembre se desbordara el río Paraguay, dejando anegados varios barrios costeros de Asunción, unas 100.000 personas habitan en estos refugios, que se reparten en varios puntos de la capital, incluido el centro histórico.