Ese es el objetivo, conseguido, de Todd Haynes con su documental, que presentó en el Festival de Cannes. Con un montaje vertiginoso, pantalla partida en dos o convertida en un puzzle de imágenes, Haynes traza un retrato apasionante sobre una banda esencial en la historia de la música, que, como dice John Cale en la película, buscaron «cómo ser elegantes y cómo ser brutales» al mismo tiempo.
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Con un largo trabajo de selección desarrollado durante la pandemia, el equipo buceó en más de 600 horas de imágenes y más de 7.000 imágenes para elegir lo que querían contar. Una primera versión de más de 12 horas acabó en los 110 minutos que dura el documental, y del que no sobra ni falta nada.