La primera vez que una persona se colocó un implante de microchip debajo de la piel fue en 1998. Kevin Warwick, profesor de informática de la Universidad de Reading, en Reino Unido, fue el pionero en poner esta tecnología en su cuerpo. 24 años más tarde, Patrick Paumen, un guardia de seguridad de Holanda, es la nueva sensación al llegar a cualquier local comercial, pues no necesita sino acercar su mano al dispositivo de cobro para pagar su compra.
La empresa Walletmor empezó a comercializar los implantes de chips que se colocan debajo de la piel, los cuales pesan menos de un gramo y su tamaño es similar al de un grano de arroz. El dispositivo está compuesto por un pequeño microchip y una antena recubierta de un biopolímero, similar al plástico, que es de origen natural. «El implante se puede usar para pagar una bebida en la playa de Río, un café en Nueva York, un corte de cabello en París, o en su supermercado local. Se puede usar en cualquier lugar donde se acepten pagos sin contacto», explicó a la BBC Wojtek Paprota, fundador y director de Walletmor.
El chip integrado a la piel funciona con el sistema de comunicación de campo cercano, también conocido como NFC, que es el mismo utilizado por teléfonos inteligentes. Se trata de una tecnología de comunicación inalámbrica, de corto alcance y alta frecuencia que permite el intercambio de datos entre dispositivos.
Según su fundador, es completamente seguro, tiene los permisos necesarios, funciona inmediatamente después de ser implantado y se mantiene en el lugar que fue colocado. Tampoco requiere una batería u otra fuente de energía. Se conoció que la firma ha vendido más de 500 chips.
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