El último debate republicano entre los candidatos a la presidencia de Estados Unidos ha traído un cambio de estrategia. Marco Rubio y Ted Cruz, fuertemente enemistados en anteriores ediciones, se unieron en la noche del jueves en un frente común para atacar a Donald Trump, el líder en la carrera del GOP hacia la Casa Blanca.
Se enfangaron tanto las palabras de los precandidatos que los ataques llegaron ampliamente al territorio personal. «Si Trump no hubiese heredado 200 millones de dólares de su padre, estaría vendiendo relojes en Manhattan ahora mismo», le dijo Rubio durante el debate, en respuesta a las continuas quejas de Trump sobre que es el único de los precandidatos que ha financiado personalmente su campaña.
«Donald Trump es maleable, mientras que Ted Cruz no es maleable», dijo Cruz, que criticó a Trump por donar dinero a senadores que participaron en la redacción de la propuesta migratoria de 2013, y también por sus vínculos pasados con Hillary Clinton.
Cruz también llegó a insinuar que Trump puede haber defraudado impuestos. El magnate de la construcción se defendió alegando que sus cuentas están siendo sometidas a una auditoría «rutinaria» y eso le impide publicarlas, con lo que Cruz insistió en argumentar que la auditoría prueba la necesidad de la «inmediata» publicación de las cuentas.
Cruz también le acusó de haber contratado a inmigrantes ilegales para sus hoteles en Florida «en lugar de a estadounidenses», mientras que Trump se defendió diciendo que era el único del debate que «ha contratado a gente».
Trump también pidió al expresidente mexicano Vicente Fox que se disculpara por «usar una palabra desagradable en televisión» (Fox había dicho esta semana que no pgaría «por ese pinche muro»), y Rubio respondió al líder de la carrera republicana acusándole de que «hace sus trajes y corbatas en México»
Donald Trump sigue siendo el líder en las encuestas para ser el candidato republicano a la Casa Blanca, que ya ha ganado las primarias en New Hampshire, Carolina del Sur y Nevada.
