Antonieta Mendoza, la madre del opositor venezolano encarcelado Leopoldo López, asegura en una entrevista con Efe que "ya se siente" el cambio en el país, en alusión al desgaste del chavismo y convencida de que una ley de amnistía sacará pronto a su hijo de la prisión.

«El cambio viene y ya se siente», afirma Mendoza dos años después de la iniciativa que lideró Leopoldo López para promover el fin del Gobierno de Nicolás Maduro, que terminó en una protesta con 43 muertos, según fuentes oficiales, y una condena de casi 14 años al opositor, acusado de instigar a la violencia.

Para Antonieta Mendoza, perteneciente a una pudiente familia venezolana y cuyo esposo, también llamado Leopoldo López, está exiliado en España, conseguir la libertad de su hijo es su objetivo desde el 18 de febrero de 2014, cuando se entregó a las autoridades para enfrentar los cargos.

En su casa de Caracas recuerda a Efe la marcha de aquel 12 de febrero de 2014, que se tradujo en una protesta durante cuatro meses y que lideró López para buscar, según sus palabras, la «salida» del Gobierno venezolano.

Mendoza califica de «celada» o trampa el desenlace de los sucesos, bajo la certeza de la inocencia de su hijo. Asegura que a los tres muertos de aquella tarde «los asesinaron para poder capturar a Leopoldo López» y que el Gobierno de Maduro «es la fuerza del mal que asesinó a tres personas absolutamente inocentes».

Está segura que hay algo «personal» contra López, no solamente de parte de Maduro sino de su predecesor, el fallecido Hugo Chávez, a quien responsabiliza de la inhabilitación política que le impidió presentarse como candidato a la Alcaldía de Caracas en 2008.

«Veían en Leopoldo a la persona que le podía hablar a las bases del chavismo», asegura.

La madre del preso más emblemático de la oposición venezolana es de expresiones duras, rara vez muestra su tristeza y da luces de rigurosidad al calificarse a sí misma como «muy disciplinada» y exigente con su hijo. «La parte académica fue fundamental», remarca.

Licenciado en Relaciones Industriales y con un amplio bagaje profesional en asuntos públicos, Leopoldo López proviene de los únicos descendientes vivos de Simón Bolívar, el prócer venezolano y padre de la independencia de Venezuela.

Su familia ha mantenido vínculos con el poder del país petrolero, incluido su propio padre, un exministro cercano al expresidente Rómulo Betancourt.

Eso es lo que ha llevado al chavismo a descalificar a la familia como parte de la antigua «burguesía».

Pero Mendoza está orgullosa de haber brindado a su hijo «una educación privilegiada», con estudios de postgrado en Estados Unidos.

«Leopoldo tuvo la mejor preparación académica» y «estos dos años de cárcel le han dado un tiempo muy importante para conocerse en su soledad y (asumir) el por qué de su sacrificio», afirma, al dejar claro que «está listo para entregarse» al país, en alusión a sus aspiraciones políticas.

Preguntada sobre si guarda rencor, responde: «Cero, afortunadamente no siento ni rabia, ni reconcomio, ni resentimiento, solo siento tristeza por el daño que le hacen al país», dice para enseguida matizar: «Pero no los respeto para nada, han destruido al país, Chávez y después Maduro».

Después de dos años de lucha intensa y dedicada por la libertad de López y del resto de opositores, a los que califica como «presos políticos», Mendoza confía en que una ley de amnistía los sacará pronto de la prisión.

«La ley de amnistía va a ser promulgada por la Asamblea Nacional (Parlamento) y dificulto que el presidente la vaya a vetar», dice segura de que a pesar de las varias advertencias del Ejecutivo de que será rechazada.

En las elecciones del pasado 6 de diciembre, la oposición obtuvo, por primera vez en 17 años, la mayoría de los escaños en el Parlamento venezolano, lo que abre las puertas a un cambio en este país.