El movimiento de personas entre los países miembros de la Unión Europea (UE) se encuentra bajo una seria amenaza después de que Bélgica abandonó, temporalmente, el acuerdo Schengen.
El ministro del Interior de Bélgica, Jan Jambon, anunció que la decisión obedece a la posible llegada de una ola de refugiados procedentes del campamento conocido como ‘La Jungla’, ubicado en la ciudad francesa de Calais, que acoge a unos 4 000 inmigrantes.
Los problemas y amenazas ocasionadas por el flujo de inmigrantes ilegales y refugiados hacen tambalear este pacto que permite viajes sin pasaporte a los ciudadanos de 26 países europeos.
No obstante, la protección de sus fronteras podría acarrear costos de hasta 1,4 billones de euros por la readecuación de terminales aéreas y terrestres para implementar nuevamente el control de visas y pasaportes.
La zona de Schengen, a la que también pertenecen cuatro países que no son de la Unión Europea, se creó hace más de 30 años y los aeropuertos tienen áreas exclusivas para los beneficiarios del pacto.
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones, en 2016 a Europa podrían llegar aproximadamente un millón de nuevos refugiados, mientras que en 2015 hubo 1 830 000 cruces ilegales detectados en las fronteras exteriores de la UE.