«Están ahí, en la frontera, porque hay muchas puertas y corazones cerrados. Los inmigrantes de la actualidad sufren a cielo abierto, sin comida, no pueden entrar, no se sienten acogidos», dijo el pontífice improvisando durante la tradicional audiencia general.
Y añadió: «Me gusta ver a las naciones, a sus gobernantes, abriendo el corazón y las puertas».
Francisco recordó así a los refugiados y a los inmigrantes de cualquier tipo que, en su opinión, «sufren y se sienten abandonados».
«Cuántos hermanos están viviendo en estos tiempos una real y dramática situación de exilio, lejos de su patria, con los ojos aún puestos sobre el desastre en sus casas, con el miedo en el corazón y, a menudo, con el dolor de la pérdida de seres queridos», exclamó.
Sus palabras se producen en plena crisis de refugiados en la Unión Europa, donde cada vez más países están estableciendo controles en sus fronteras o incluso cerrándolas, para tratar de contener el flujo migratorio procedente de Oriente Medio.
Un ejemplo de esta situación es el punto fronterizo de Idomeni, entre Grecia y Macedonia, donde en la actualidad permanecen acampados en medio de pésimas condiciones higiénicas miles de refugiados a los que se les impide proseguir su viaje hacia el norte europeo.
Por otro lado, según informó hoy Radio Vaticano, el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, tiene previsto viajar a dos de los países afectados por la llegada de refugiados, Bulgaria y Macedonia, desde el próximo viernes hasta el próximo 22 de marzo.