La Casa Azul, localizada en la zona norte de Seúl, «puede convertirse en un mar de fuego y arder en cenizas si presionamos un botón y lanzamos nuestros ataques», expresó en un comunicado el Comité para la Reunificación Pacífica de Corea, el órgano de Pyongyang encargado de las relaciones con Corea del Sur.
En el comunicado, publicado por la página web norcoreana Uriminzokkiri, el Comité afirmó que «desde este momento nuestras fuerzas militares y revolucionarias impulsarán una guerra de represalias para eliminar en nombre de la justicia a los seguidores de EE.UU. y de Park Geun-hye».
El órgano aseguró que Corea del Norte no pronuncia palabras vacías, si bien es cierto que en los últimos años ha emitido numerosas amenazas de este tipo sin producirse ataques físicos.
También advirtió de que Pyongyang está agotando su paciencia ante las «imprudentes provocaciones» de Corea del Sur y EE.UU., en referencia a las maniobras militares que ambos llevan a cabo en territorio surcoreano desde principios de marzo y que durarán hasta finales de abril.
Como parte de estas maniobras, las mayores hasta ahora con más de 17.000 tropas estadounidenses y 300.000 surcoreanas, el martes comenzó un ejercicio naval a gran escala con la participación de un portaaviones de propulsión nuclear estadounidense.
Corea del Norte, que considera los ejercicios de los aliados un «ensayo de invasión», ya respondió con amenazas de un ataque preventivo y varios lanzamientos al mar de misiles de corto y medio alcance, el último de ellos el lunes.
Su última amenaza también se enmarca en la atmósfera de tensión desde que Pyongyang llevara a cabo su cuarta prueba nuclear en enero y lanzara en febrero un cohete espacial con tecnología de misiles de largo alcance.
En respuesta a ambas acciones el Consejo de Seguridad de la ONU emitió a principios de este mes la resolución 2270, que ha endurecido las restricciones financieras y comerciales al país con la intención de ahogar su economía y forzarlo a abandonar el desarrollo nuclear y de misiles.
Estados Unidos, Corea del Sur y Japón han complementado la resolución de la ONU con sus propias sanciones comerciales unilaterales al régimen de Kim Jong-un.