La derrota sufrida ayer en Anoeta, de donde solo ha sacado 1 punto de 18 posibles desde que la Real regresara a Primera División hace seis temporadas, confirma el mal momento del Barça.
El equipo suma tres partidos de Liga sin ganar. En Villarreal se dejó remontar un 0-2 (2-2), ante el Real Madrid en el Camp Nou, un 1-0 (1-2), y frente a la Real, en San Sebastián, fue incapaz de darle la vuelta al marcador tras el tempranero gol de Oyarzabal (1-0).
Con Luis Enrique, el conjunto azulgrana nunca había encadenado tres jornadas de Liga sin ganar, ni esta temporada ni tampoco la anterior.
Para encontrar unos guarismos similares, hay que remontarse a la campaña 2013-14, con el ‘Tata’ Martino como entrenador. Entonces, el Barça empató los tres últimos partidos de Liga, el último ante el Atlético, que le robó el título en el mismísimo Camp Nou.
El conjunto azulgrana lleva también cinco partido seguidos -Arsenal, Villarreal, Real Madrid, Atlético de Madrid y Real Sociedad- sin poder mantener su portería a cero.
Pero la defensa -la línea en la que Lucho introduce menos rotaciones- no es el problema de este Barcelona. Porfiado todo a la efectividad demoledora de su tridente atacante, la MSN ha perdido pegada en esta recta final del curso.
Messi, que busca el gol número 500 de su carrera, lleva cuatro partidos sin marcar. En los últimos encuentros, parece haber retrasado intencionadamente su posición en el terreno de juego, y su incidencia en los metros finales, donde no conecta tanto con Luis Suárez y Neymar como semanas atrás, se ha visto reducida.
El punta brasileño, que asumió, sin complejos, todo el protagonismo ofensivo cuando el crack argentino estuvo dos meses de baja por una lesión de rodilla, ha perdido frescura para desbordar en el uno contra uno, una suerte que domina a la perfección y de la que el Barça ha sacado un enorme provecho toda la temporada.
Solo Suárez parece que llega en un estado óptimo de forma a la recta final de la temporada. El uruguayo fue el salvador en la ida de los cuartos de final de la Champions contra el Atlético dándole la vuelta al marcador con dos goles de puro ‘9’. Ayer, sin embargo, no pudo echar una mano a sus compañeros en Anoeta, pues cumplía un partido de sanción.
Pese a que Luis Enrique se empeña en asegurar que, con los datos en la mano, el equipo llega físicamente más fresco al final de este curso que la pasada campaña, al equipo se le ha notado, como mínimo, saturado en los últimos compromisos.
El Barça de Luis Enrique, que en ataque vive -como vivía el de Guardiola- de la presión y recuperación tras pérdida, ha bajado un peldaño en la intensidad con la que apreta arriba a su adversario. Y, sin esa efectividad a la hora de ahogar la salida del balón del rival, sufre mucho más en la creación.
Tampoco el calendario le ha ayudado. El clásico llego tras el parón por los compromisos con la selecciones y justo antes de la ida de la Liga de Campeones. Y el Barcelona lo jugó con el freno de mano puesto.
Cuando Piqué marcó el 1-0, los jugadores parecían estar celebrando ya el título de Liga. Luego llegó la remontada blanca, y ayer, en Anoeta, un nuevo tropiezo, con un once plagado de suplentes, que aprieta inesperadamente la clasificación en el torneo de la regularidad.
Aun así, cualquier equipo del planeta se cambiaría por el Barça. Sigue siendo líder en la Liga, a tres y cuatro puntos del Atlético y el Madrid, respectivamente, finalista de la Copa del Rey, y favorito para clasificarse para las semifinales de la Champions.
Habrá que ver, cómo se comportan el miércoles en el Calderón y si el Sevilla será rival para los azulgranas en la final copera. Pero lo que tienen claro los jugadores del Barça es que esta Liga no se les puede escapar.
Valencia, Sporting y Espanyol visitarán el Camp Nou. Y fuera, ya nos les queda, a priori, ninguna desplazamiento incómodo (Deportivo, Betis y Granada) de aquí a final de temporada. Aun así, aun pueden permitirse perder un partido antes de cantar el alirón.