Eso es lo primero y lo más urgente, declaró a Efe Jamil Armijos, director de la Secretaría Técnica para la Gestión Inclusiva en Discapacidades de la provincia de El Oro, quien afirma que un mensaje tranquilizador es «lo primerito, lo que más piden y lo que más quieren».
«Una voz de aliento: que volvió la calma, que estén tranquilos» y saber que «el Estado está contribuyendo a su mejor calidad de vida», explicó el funcionario, quien estos días recorre la provincia de Manabí, una de las más afectadas por el temblor de magnitud 7,8, para localizar personas discapacitadas a quienes poder dar la adecuada atención.
Junto a ello, las personas en situación de discapacidad necesitan de forma urgente atención médica especializada, en muchos casos seguir un tratamiento médico y disponer de sillas de ruedas, bastones, muletas axilares, coches posturales y otros elementos que muchos de ellos perdieron a causa del fuerte terremoto.
El temblor, que causó 654 muertos, según cifras oficiales, agravó la vulnerabilidad de las personas con discapacidad que, en muchos casos, han perdido todo lo que tenían y han tenido que ser cargadas por familiares para poder desplazarse a lugares seguros.
Ahora, muchos de ellos están bajo la presión de un fuerte impacto psicológico, por lo que los equipos de Secretaría Técnica cuentan con el apoyo de psicólogos que les acompañan en sus recorridos para dar asistencia psicológica a los afectados.
La provincia de Manabí, en el noroeste ecuatoriano, concentra entre el 35 y el 40 por ciento de los cerca de 400.000 casos de personas con discapacidad de Ecuador, según Armijos.
En un albergue de Pedernales, el funcionario explicó que el trabajo de su equipo consiste en visitar albergues y puntos de atención sanitaria de la provincia para encontrar personas que padezcan discapacidad física, auditiva, visual o cerebral y registrarlas para que se les pueda brindar adecuada atención.
Es el caso de una niña con parálisis cerebral que, tras haber sido localizada, será trasladada de forma provisional al albergue hasta que se le pueda brindar la atención especializada que requiere, indicó.
El albergue, formado por varias decenas de carpas provistas por organizaciones humanitarias, no reúne las mejores condiciones, pues hoy amaneció convertido en un lodazal por la persistente lluvia que cayó sobre Pedernales durante la noche.
Pero un albergue es, por ahora, el único lugar en el que pueden refugiarse miles de personas que han perdido sus casas y eso no excluye a las que están en condición de discapacidad, como una joven a la que un hombre lleva en brazos de un lado a otro de la enlodada explanada del campamento.
Las brigadas de la Secretaría han localizado doce personas con discapacidad en Pedernales y unas cuarenta en Portoviejo, otra de las ciudades más afectadas por el terremoto.
El equipo también se ocupa de distribuir raciones alimenticias entre los discapacitados, quienes son considerados por las autoridades como grupo de atención prioritaria junto a niños, adultos mayores, embarazadas y personas en situación de movilidad.
Estos son los grupos «que debemos atender prioritariamente» por lo que «no les puede faltar de nada ni se les puede tener en listas de espera», explicó Armijos.
Y subrayó que, como consecuencia del terremoto, «va a haber casos nuevos», como personas que han sufrido amputaciones, a los que será necesario incorporar al censo y darles, igualmente, la adecuada atención.