Juan Carlos Guanchala, teniente del Cuerpo de Bomberos de Quito que participó en las tareas de rescate en las poblaciones afectadas por el terremoto, confirmó que esta entidad encontró con vida a 99 personas, de las cuales ocho fueron rescatadas realizando un trabajo pesado, y 164 personas más fallecidas en la ciudad de Manta. Este último dato, dijo, es el que afecta emocionalmente por lo que a su regreso a Quito fueron llevados a una hostería para someterse a exámenes médicos y de laboratorio, y luego entraron a terapias de salud mental y física.
Destacó que estas acciones se cumplieron a fin de saber las condiciones clínicas en que los rescatistas de institución llegaron a la capital, después de pasar varios días en la zona de desastre. «Esto es muy importante por cuanto el estar sujetos a una carga de estrés tan fuerte, y un umbral de 96 horas de rescate sin parar, eso hace que todos los sistemas inmunológicos y sicológicos se pueda alterar», afirmó.
Asimismo, Guanchala señaló que 50 efectivos del Cuerpo de Bomberos de Quito estuvieron en las primeras horas después de suscitado el evento en el sector de Tarqui, donde se registraron la mayor cantidad de víctimas y la mayoría de ellas en el Centro Comercial Navarrete. «Ingresamos a la estructura, y entre los escombros escuchamos un grito de una mujer con vida», dijo el rescatista, quien afirmó que la afectada, que se encontraba atrapada entre el tercer y cuarto piso, fue rescatada después de un día de búsqueda. Mientras que la primera víctima mortal fue encontrada entre los escombros después de siete horas de trabajo.
Guanchala detalló, además, que el riesgo es parte del trabajo de un rescatista y los bomberos son conscientes de que es necesario exponer su vida para salvar otra. Por esta acción, la Asamblea Nacional y el Municipio les rindieron un justo homenaje. Sin embargo, para Guanchala fue su trabajo y rechazó el título de «héroe». «Sentíamos miedo, y el miedo es parte de nosotros. Esto nos permitió estar alertas, actuar rápido y ser conscientes de lo que hacemos. Devolver la vida a alguien es lo más sublime y por ello, lo más gratificante es el reconocimiento de la gente a nuestra labor», afirmó.