La investigación estima que estos bosques pueden absorber una cantidad de dióxido de carbono equivalente a las emisiones de carbono de los procesos industriales y del uso de combustibles fósiles emitidos en toda Latinoamérica y el Caribe entre 1993 y 2014.
Los bosques secundarios son una vegetación que coloniza áreas cuya vegetación original desapareció parcial o totalmente debido a perturbaciones naturales o humanas, según los definió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1978.
Los autores defienden la importancia de sus hallazgos en un contexto en el que el papel de los bosques tropicales en la lucha contra el cambio climático está en debate y el rol de los bosques secundarios ha sido «desatendido».
Con su investigación, Robin Chazdon y su equipo muestran que la regeneración de los bosques secundarios ofrece un gran potencial para la captura y almacenamiento de carbono y, por tanto, para la mitigación del cambio climático en los trópicos latinoamericanos.
Su modelo muestra que en 2008, los bosques secundarios cubrían 2,4 millones de kilómetros cuadrados, un 28,1 % del área estudiada.
En los próximos 40 años, esas tierras podrían capturar y almacenar una cantidad de dióxido de carbono equivalente a las emisiones producidas por el uso de combustibles fósiles y por los procesos industriales de toda Latinoamérica en los últimos 20 años.
Diez países concentran el 95 % del potencial de almacenamiento de carbono, encabezados por Brasil, Colombia, México y Venezuela.
«Combinada con el freno de la nueva deforestación y un manejo sostenible de los bosques tropicales, la capacidad de capturar dióxido de carbono de los bosques secundarios podría ser una solución para alcanzar objetivos de mitigación del carbono a nivel internacional y objetivos de recuperación forestal», concluye el estudio.