En un informe publicado hoy con motivo de la Cumbre Humanitaria Mundial que se celebra el 23 y el 24 próximos en Estambul, la Unesco y ACNUR señalaron que los niños refugiados tienen «cinco veces más probabilidades» de no estar escolarizados.
Precisaron que las diferencias son notables en unos y otros países. Las tasas de matriculación en primaria en lugares con importantes comunidades de refugiados como Egipto, Irán o Yemen son del 80 % de media, pero del 50 % en Etiopía o del 40 % en Pakistán.
Con los que tienen entre 12 y 17 años, las cifras son aún peores, inferiores al 5 % en Kenia, Pakistán y Bangladesh.
Sobre los refugiados sirios en edad escolar, los datos disponibles sobre su situación fuera de los campamentos ponen en evidencia que únicamente estaban matriculados en centros educativos el 53 % en Jordania y el 30 % en Turquía.
La situación es particularmente deplorable para las niñas, que ya de por sí están marginadas, según los autores del estudio, que hicieron notar a modo de ejemplo que en los campamentos de Kakuma, en Kenia, sólo el 38 % de los alumnos de primaria eran niñas en 2015.
En la misma línea, en la provincia iraquí de Nayaf, el 81 % de las adolescentes desplazadas de entre 15 y 17 años estaban sin escolarizar, frente al 69 % de los chicos de esas mismas edades.
La fractura de género es aún más exagerada en Afganistán, con sólo un 1 % de las mujeres desplazadas internas alfabetizadas, frente al 20 % de los hombres.
La Unesco y ACNUR pidieron a los países y a los organismos de actividades humanitarias que intervengan «sin dilación» para que las personas que están desplazadas por la fuerza se incluyan en los planes nacionales de educación.
La directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Irina Bokova, hizo notar que «la educación reviste especial importancia para estos niños y jóvenes: simplemente por estar en la escuela se hallan más protegidos frente al tráfico, la adopción ilegal, el matrimonio en la infancia, la explotación sexual y el trabajo forzoso».
El máximo responsable de ACNUR, Filippo Grandi, indicó por su parte que «los niños refugiados, al igual que todos los demás niños, tienen derecho a la educación. Resulta fundamental que los niños que han sido desarraigados a causa de la guerra y la violencia no se queden más postergados».