Los albañiles, los vendedores y el Gobierno ecuatoriano se han empeñado en tener a punto el mercado para este martes, al cumplirse un mes y un día de la tragedia que dejó 660 muertos en la costa norte ecuatoriana.
Con el terremoto del 16 de abril, el antiguo mercado quedó inservible y el Gobierno se comprometió a levantarlo de nuevo y en el mismo lugar, como un símbolo de la nueva ciudad.
Por eso los comerciantes de marisco se instalaron al otro lado de la calle y continuaron con sus ventas, todo un gesto de coraje en medio de la crítica situación en que quedó la ciudad, una de las más devastadas por la sacudida, de magnitud 7,8 en la escala de Richter.
En esa localidad murieron 166 personas y 2.500 casas quedaron reducidas a escombros. El terremoto solo dejó en pie trece de los 35 edificios de la ciudad y, aun estos, quedaron en muy mal estado, por lo que se decidió su demolición.
Los comerciantes del mercado están ahora felices, porque van a poder vender sus productos en buenas condiciones, dejando atrás un sucio y viejo mercado que a nadie gustaba.
«Antes, le digo sinceramente, a nosotros nos daba vergüenza vender pescado», comenta a Efe el vicepresidente de la Asociación de Vendedores del Mercado de Mariscos, Agustín Mero, quien explica que hasta los clientes decían que el antiguo establecimiento era inadecuado.
Pero «teníamos que mantener a nuestras familias», sostiene para justificar por qué seguía la actividad en ese recinto.
El mercado antiguo «no valía para nada, era sucio, antihigiénico. Ahora vamos a tener un mercado, no digo de primera, pero sí para trabajar cómodamente», explica satisfecho el representante de la asociación, cuyas palabras son corroboradas con gestos de asentimiento por varios compañeros a su alrededor.
Una de las satisfacciones que el nuevo mercado ha dado a los dieciséis comerciantes que trabajan en el mercado es que las nuevas instalaciones quedarán cerradas durante la noche, por lo que podrán dejar sus mercancías seguras en congeladores, comenta Mero.
El representante de los vendedores admite que están «como niño con zapatos nuevos» y subraya que, ahora sí, van a poder atender como se debe a los clientes y a los turistas que llegarán a comprar pescado, camarones, langostinos y otros productos frescos cada día.
Cae la tarde en la localidad costera y los vendedores lavan sus enseres y se disponen a terminar su jornada, pero frente a ellos una brigada de trabajadores continúa su labor y se afana en levantar tabiques, soldar estructuras metálicas e instalar tuberías para tener terminado el nuevo mercado a tiempo.
«Ecuador se hizo uno solo y estamos ayudando a salir adelante a Pedernales», comenta a Efe Víctor Alcívar, representante de la empresa constructora Pladeco, quien señala que el viejo mercado era un edificio que no reunía las condiciones técnicas adecuadas.
Ahora, los elementos para la construcción provienen de la ciudad de Santo Domingo, a unos 200 kilómetros de Pedernales, donde se consiguen buenos materiales pétreos y arena para la edificación.
Con un presupuesto de 180.000 dólares, el nuevo mercado, que ocupa los mismos 209 metros cuadrados de superficie que el anterior, se asienta sobre una base de cimentación mejorada y cuenta con una estructura metálica que ha sido protegida con pintura anticorrosiva, señala Alcívar.
El constructor coincide con los vendedores en que «esta va a ser la obra que va a incentivar a Pedernales a levantarse» y comenta que el ministro del Interior, José Serrano, designado por el Gobierno para liderar la acción del Ejecutivo en Pedernales, se ha comprometido a entregar a los comerciantes los nuevos locales.
El objetivo, según Alcívar, es que todos en Pedernales «sientan que la gente los apoya y sigan adelante».