El Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías (OEDT, con sede en Lisboa) divulgó hoy un estudio sobre cómo Internet ha cambiado el mercado de compraventa de droga, en el que dedica un epígrafe completo a las redes sociales debido a su popularidad.
Este tipo de herramientas tienen un doble impacto: uno directo, ya que pueden dar más oportunidades para comprar y vender sustancias; y otro indirecto, relacionado con «compartir experiencias vinculadas al consumo de drogas, como fotos y vídeos» y con la publicación de opiniones sobre la materia.
El documento cita los ejemplos de Instagram, Tumblr, Facebook, Youtube o Twitter, y recuerda que la policía también ha utilizado estas herramientas para hacer detenciones.
La publicación de fotografías de estupefacientes a la venta, de vídeos en los que se comparte la experiencia de consumir determinada droga o de información que explica los componentes necesarios para fabricar alguna sustancia ilegal y de dónde poder adquirirlos son algunos de los fenómenos detectados en este tipo de herramientas.
«Existe la preocupación de que la presencia de contenido sobre drogas en redes sociales pueda influir en el comportamiento (…) e incrementar la demanda de sustancias, especialmente entre la gente joven», alerta el texto.
También aborda la aparición de «un elevado número de aplicaciones vinculadas al consumo de drogas» para móviles y tabletas electrónicas, aunque existen otras diseñadas para prevenir su uso.
Los especialistas recuerdan, no obstante, que «aunque las redes sociales pueden facilitar la venta de droga, el intercambio del producto debe producirse todavía en el mundo físico, bien a través del servicio postal, bien cara a cara».
Lo positivo es que los comentarios sobre malas experiencias y las advertencias sobre ciertas sustancias «pueden hacer bajar la demanda».
El documento del OEDT también lanza una alerta sobre el creciente uso de redes sociales para organizar fiestas para homosexuales que junten sexo y consumo de sustancias estupefacientes.
En el llamado «chemsex» se utilizan este tipo de herramientas para encontrar personas interesadas -utilizando el GPS para saber quién está cerca- y practicar sexo «mientras se consumen varias drogas, como metanfetaminas, cocaína, GHB, GBL o mefedrona».
Esta práctica ya se lleva incluso más allá, y en estas mismas redes se busca gente interesada en fiestas que implican el consumo de drogas por vía intravenosa.