En realidad las copas menstruales no son nuevas, se empezaron a producir a nivel industrial en 1930. Pero ha sido en los últimos años, que estas han ganado espacio en la rutina de las mujeres, convirtiéndose en una alternativa práctica y más sostenible que las toallas sanitarias desechables. Esto, gracias a las versiones más modernas y anatómicas, hechas de silicona, caucho o látex.
El recipiente tiene forma de copa y como está hecho de un material maleable, no causa ninguna molestia. Aunque muchas mujeres pueden tomarse un tiempo antes de acostumbrarse a su uso, algunas dicen que sienten mayor comodidad y que casi no sienten que la llevan puesta.
La copa se puede utilizar durante unas 6 a 12 horas, dependiendo del flujo menstrual, y se recomienda vaciarla al menos dos veces al día. Además, viene en diferentes tamaños que pueden usarse de acuerdo a la cantidad de líquido del periodo.
Este producto de higiene femenina es de fácil inserción y antes del primer uso, se debe realizar una esterilización casera hirviendo el objeto durante unos minutos con agua caliente o en el microondas. Si se realiza un proceso de desinfección adecuado, la copa menstrual no representa ningún riesgo para la salud.
El principal punto positivo de su uso, es su característica sostenible. Pues, una mujer tiene alrededor de 450 ciclos entre su primera y su última menstruación, lo que significa que necesita usar aproximadamente 7.200 toallas sanitarias. Y en el caso de la copa, aunque al inicio, su precio puede ser mayor, esta puede durar entre 3 y 10 años.
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