En declaraciones a la radio estatal, Ferreira indicó que la mayoría de los decesos se produjeron a causa de rayos que alcanzaron a las víctimas durante tormentas eléctricas, mientras que otras personas fallecieron durante riadas.
El número de familias damnificadas ascendió a 22.541, mientras que 12.024 hectáreas de cultivos han quedado dañadas y 902 animales de crianza doméstica fueron afectados a causa de las lluvias, heladas y la sequía.
El ministro mencionó que actualmente existe una amenaza de pérdida del 70 % de los cultivos en el altiplano sur a causa de la intensa sequía que afecta a esa zona.
Añadió que en los últimos días se registraron «cifras récord en cuanto a alzas de temperatura» en las regiones amazónicas de Pando y Beni, en Santa Cruz (este), en la sureña Tarija e incluso en La Paz, donde habitualmente el clima es frío.
El Niño consiste en un calentamiento de las aguas del Pacífico que puede producir, entre otras consecuencias, lluvias intensas en unos lugares y sequías en otros, así como olas de calor o de frío dependiendo del área geográfica.
Se prevé que las precipitaciones en las zonas amazónicas bolivianas y la sequía en la parte andina se intensifiquen en los próximos meses como consecuencia de El Niño.
El Gobierno boliviano aprobó en diciembre pasado un decreto para poner en marcha el «Plan de Acciones Inmediatas ante el Fenómeno El Niño 2015-2016», con un presupuesto de 21,5 millones de dólares.
Ferreira indicó que hasta el momento el Gobierno ha repartido 265,9 toneladas de ayuda, entre alimentos, herramientas y tanques de agua, entre las familias damnificadas por las inundaciones y la sequía.