El párkinson es un trastorno que afecta al sistema nervioso, y posteriormente al movimiento en ciertas partes del cuerpo. Antes de que esta enfermedad se haga visible, el paciente suele escribir con una letra más pequeña, o mantiene presionada las teclas de su celular por un tiempo prolongado.
Comúnmente cuando el párkinson ya es diagnosticado, más del 60% de las neuronas dejan de producir dopamina, causando las consecuencias típicas de la enfermedad como temblores en extremidades o rigidez muscular.
Con base en esta problemática, un equipo investigador en Reino Unido realizó un estudio a más de cien mil personas con el objetivo de detectar estar enfermedad de manera temprana. Para ello, les entregaron relojes inteligentes para registrar sus actividades durante varias semanas.
Por medio de sensores, se registró la aceleración, el inicio de cada movimiento y su calidad de sueño, contrastado los datos obtenidos en un sistema de inteligencia artificial. Tras esto, los médicos evidenciaron un descenso en la movilidad de los pacientes entre la mañana y la noche, a más de 200 personas, que luego de entregarles los relojes inteligentes, contaban ya con un diagnóstico de párkinson.
Es decir, conforme lo movimientos de las personas se hacían más lentos o el ritmo cardiaco se volvía irregular, los médicos lo asociaban con el inicio de esta enfermedad.
El descubrimiento más importante fue la detección de todos estos patrones, cuatro años antes de que el párkinson fuera clínicamente diagnosticado, e incluso en algunas personas, se logró predecir su aparición hasta siete años antes.
Como esta enfermedad no tiene cura, los especialistas aspiran seguir evolucionando en procedimientos o terapias para frenar el avance de este trastorno neurodegenerativo.
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