Mientras el presidente Barack Obama pronunciaba el pasado martes su último discurso del Estado de la Unión, en el que manifestó su rechazo a la violencia armada y su convencimiento de que el país necesita poner fin a esa lacra, la campaña de la ex secretaria de Estado publicaba un nuevo anuncio: «Estoy con él», rezaba.
Clinton, quien ha liderado las encuestas para convertirse en la candidata a la Presidencia por su partido, está viendo cómo su principal rival, el senador por Vermont Bernie Sanders, le amenaza en los sondeos en vísperas de las primarias, cuyo pistoletazo de salida tendrá lugar en Iowa a principios del mes próximo.
Lejos de protagonizar grandes enfrentamientos, los dos candidatos, junto al tercero en liza, Martin O’Malley, han demostrado tener más puntos en común que diferencias, sobre todo en comparación con la abrupta campaña escenificada por los republicanos.
Sin embargo, el control de armas, algo a lo que los republicanos se oponen unánimemente, y una posible reforma del sistema para acceder a ellas se ha erigido en el campo de batalla en el que la también ex primera dama ha decidido centrar sus esfuerzos para marcar distancias y ganar adeptos.
«Cuando realmente importaba, el senador Sanders votó a favor del lobby de las armas, yo he votado en contra del lobby de las armas», dijo Clinton en una entrevista reciente con la cadena MSNBC, citando el apoyo de su rival en 2005 para un proyecto de ley que concedía protecciones legales para los fabricantes de armas.
«Esta es una diferencia importante y tal vez es hora de que el senador Sanders dé un paso adelante y asuma que se equivocó», añadió la aspirante a la Casa Blanca.
El senador, originario de un estado eminentemente rural y socialmente favorable a la libre posesión de armas, tiene así en este asunto su «talón de Aquiles», aunque ya ha insistido en estar abierto a una reforma legislativa sobre el tema.
«Bernie ha sido un firme partidario de aumentar la seguridad sobre la tenencia de armas desde que perdió su primera candidatura para el Congreso, en una campaña en la que apoyó la prohibición de las armas de asalto», defendió Jeff Weaver, director de campaña de Sanders, en un comunicado.
No obstante, la batalla sobre el control armamentístico ha hecho que Clinton logre importantes respaldos electorales por parte de algunos de los baluartes mediáticos en esta materia en el país, como la excongresista Gabby Giffords, sobreviviente de un tiroteo que le dejó serias secuelas, o Sybrina Fulton, la madre de Trayvon Martin, el joven negro asesinado a tiros.
Obama anunció este mes una nueva serie de medidas ejecutivas para atajar la violencia armada tras un 2015 en el que se repitieron varios tiroteos masivos, entre ellos uno con nueve muertos en octubre en una universidad de Oregón y el de diciembre en San Bernardino (California), donde murieron 14 personas y que se investiga como un «acto de terrorismo».
Aunque ya lo intentó sin éxito en 2012, tras la terrible matanza de la escuela Sandy Hook en Newtown (Connecticut), en la que perdieron la vida una veintena de niños, Obama ha tratado de poner de nuevo el foco en los problemas derivados de la violencia armada, que deja al año alrededor de 30.000 muertos por incidentes vinculados a las armas en el país.
Aún así, pese a su insistencia, los republicanos se niegan en rotundo a actuar desde el poder Legislativo, y lejos de provocar un cambio real, el alcance de este nuevo interés político por el control de armas podría limitarse meramente al seno de la batalla electoral por la candidatura demócrata a la Casa Blanca.