El fin de fiesta del cónclave político más importante del país, que concluyó la víspera y que se celebraba por primera vez desde 1980, estuvo presidido por el «líder supremo», a quien fueron dirigidas todas las alabanzas.
Desde el balcón del Gran Palacio de Estudios del Pueblo el joven dictador de 33 años, que sustituyó el traje y corbata de los últimos días por una chaqueta cerrada, vio desfilar a decenas de miles de personas que, en pleno furor histérico, gritaban sin cesar ¡Manse! (Viva) agitando pompones de flores y banderas durante dos horas.
De esta manera se ponía punto final al VII Congreso del Partido de los Trabajadores de Corea (PTC), que durante cuatro jornadas reunió a casi 3.500 delegados y en el que se apostó básicamente por el continuismo en el régimen, tanto a nivel de políticas como de cargos y la consolidación del líder.
Este desfile civil, a diferencia del militar celebrado el pasado octubre con motivo del 70 aniversario del Partido, estuvo marcado por unas exhaustivas medidas de seguridad.
Los periodistas extranjeros que asistieron tuvieron que someterse a controles y registros desde cuatro horas antes del comienzo.
«Nuestro país vive momentos muy delicados y nuestra responsabilidad es proteger al líder», explicaron a Efe desde la organización.
El ambiente de tensión con la comunidad internacional fue palpable también durante el evento masivo que tuvo lugar en la emblemática plaza de Kim Il-sung, llamada así en honor el abuelo del líder y fundador del país.
Kim Jong-un, que realizó dos discursos durante el Congreso, uno de ellos de tres horas, cedió en esta ocasión la palabra a Kim Yong-nam, de 88 años, presidente de la Asamblea Popular Suprema (Parlamento) y jefe de Estado honorífico del país.
«A pesar de las grandes provocaciones de EE.UU. y sus títeres hemos conseguido grandes logros científicos y defensivos», aseguró el veterano político norcoreano, que enumeró los últimos lanzamientos de misiles balísticos y la cuarta prueba nuclear entre la ovación de los asistentes.
«Todo ello lo hemos conseguido con fervor patriótico y nos ha hecho elevar la dignidad del país», aseguró.
Estas acciones, consideras provocaciones por la comunidad internacional, llevaron al Consejo de Seguridad de la ONU a imponer el pasado marzo duras sanciones al régimen norcoreano.
Durante el Congreso, Kim Jong-un aseguró que Corea del Norte es «un estado nuclear responsable» y que nunca usará su arsenal atómico si no es atacado por esta vía previamente.
Algunas de las carrozas que desfilaban ante el líder, que estuvo acompañado por su hermana pequeña Kim Yo Jong, recién nombrada miembro del comité central del PTC, hicieron también halago del orgullo nuclear.
En algunas de ellas se podía leer la fecha de la última prueba atómica (1 de enero de 2016) mientras que en otras se exhibía una maqueta del cohete espacial «Kwangmyeongsong» (Estrella luminosa) lanzado el pasado febrero, que la comunidad internacional consideró un ensayo encubierto de misiles.
El desfile, que estuvo animado por una banda militar de 1.200 músicos, puso de manifiesto que el Congreso ha servido para ratificar tanto al líder como a su denominada política «byeongin» consistente en promover a la vez el desarrollo económico y de armas nucleares.
Uno de los delegados del PTC presente en el evento, para el que los miles de participantes ensayaron dos horas diarias durante el último mes, aseguraba que el desfile le había transmitido «fuerza», así como «el poderío del país y el régimen».
Por su parte, un trabajador de una fábrica de 36 años explicó a Efe que era la tercera vez que participaba activamente en un evento de este tipo y que una vez más al pasar ante el mariscal Kim Jong-un había tenido que contener las lágrimas de la emoción.
Todos los asistentes parecían estar muy informados del contenido del Congreso y los discursos del líder, que la televisión pública retransmite sin cesar desde el pasado viernes.
«Yo creo que lo más importante, como dijo Kim Jong-un, es potenciar la producción de la agricultura y la industria. Este país necesita un impulso radical desde el punto de vista económico», apuntó en inglés un joven estudiante de medicina de la Universidad Kim Il-sung de Pyongyang.
Su amigo, también estudiante, añadió sin embargo que para él la cuestión prioritaria en su país es la reunificación con el Sur, después de que el país permanezca dividido desde el final de la Guerra de Corea en 1953.